Roger Federer ha recibido tantas ovaciones en la Cancha Central de Wimbledon. Pero ninguna como esta. No fue un festejo al término de un partido.
En cambio, demoró el inicio del que fue el último juego de su derrota en los cuartos de final. Fue como una especie de un “gracias por todo” o — en todo caso — un “adiós”. Y Federer reconoció después que no podía garantizar con certeza que volverá al All England Club.
El ocho veces campeón del torneo capituló ayer 6-3, 7-6 (4), 6-0 ante el 14o. cabeza de serie, Hubert Hurkacz, un inusitado revés desigual que puso fin a la 22a. comparecencia de Federer en la Catedral.
Cuando se le preguntó si fue su última presentación aquí, respondió ambivalente: “No sé. La verdad es que no sé. Tengo que reagruparme”.
Y si el retiro es una posibilidad inmediata, esto fue lo que dijo: “No, espero que no... el objetivo es seguir jugando, desde luego”.
Fue lo que los miles de presentes en el estadio intuían cuando Federer se dispuso a sacar con un 5-0 en contra en el tercer set. El astro suizo hizo una pausa para que la multitud que colmó el recinto le aplauda, algunos poniéndose de pie.
El encuentro acabó poco después, apenas el tercer set en blanco cedido por Federer en 429 duelos de Grand Slam; los otros fueron en el Abierto de Francia.
Y Hurkacz, ¿se esperaba un resultado así? “Probablemente no”, replicó el polaco de 24 años que describió a Federer como su ídolo.
Edición: Ana Ordaz
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