Combatientes talibanes entraron el domingo en Kabul, capital de Afganistán, y dijeron que esperaban un “traspaso pacífico” del poder de la ciudad tras prometer que no la tomarían por la fuerza. Sin embargo, la incertidumbre asustó a afganos y extranjeros que se apresuraban a abandonar Kabul, mientras los trabajadores huían de oficinas del gobierno y varios helicópteros aterrizaban en la embajada estadunidense.
Tres funcionarios afganos dijeron a The Associated Press que los combatientes estaban en los distritos de Kalakan, Qarabagh y Paghman en Kabul.
En una ofensiva nacional que ha llevado poco más de una semana, los talibanes han derrotado, incorporado o hecho huir a las fuerzas de seguridad afganas en buena parte del país, a pesar de que el Ejército de Estados Unidos prestó algo de apoyo aéreo al gobierno afgano.
La rapidez de su ofensiva ha conmocionado a muchos y planteado preguntas sobre por qué se desmoronaron las fuerzas afganas pese a los cientos de miles de millones de dólares invertidos por Estados Unidos durante casi dos décadas. Hace apenas unos días, un análisis militar estadunidense estimó que pasaría un mes antes de que la capital se viera presionada por los insurgentes.
El vocero talibán Suhail Shaheen dijo al canal en inglés de la televisora qatarí Al-Jazeera que los insurgentes “esperan un traspaso pacífico de poder de la ciudad de Kabul”. Declinó dar detalles sobre posibles negociaciones con el gobierno.
Sin embargo, cuando se le preguntó qué clase de acuerdo querían los talibanes, Shaheen reconoció que buscaban una rendición incondicional del gobierno central.
Los negociadores talibanes se dirigían al palacio presidencial para acordar el traspaso de poder, según un funcionario afgano que habló bajo condición de anonimato por temor a represalias. Todavía no estaba claro cuándo se haría ese traspaso.
El ministro de Defensa en funciones, Bismillah Khan, intentó tranquilizar a la población en un mensaje en video.
“Se ha dado autoridad a una delegación que irá a Doha (Qatar) mañana para llegar a un acuerdo sobre Afganistán”, dijo. “Les garantizo la seguridad de Kabul”.
Los insurgentes también intentaron calmar a los residentes de la ciudad.
“Ni la vida, ni la propiedad ni la dignidad de nadie sufrirán, y las vidas de los ciudadanos de Kabul no correrán peligro”, afirmó el grupo.
Pese a las promesas, el pánico empezó a extenderse y mucho se apresuraban a salir del país a través del aeropuerto de Kabul, la última ruta para evacuar después de que el Talibán tomara todos los pasos fronterizos.
Estados Unidos comenzó los vuelos rápidos de enlace desde su embajada con helicópteros Chinook horas después de que los milicianos capturasen la ciudad cercana de Jalalabad. Se veía a vehículos blindados diplomáticos abandonando la zona de la sede estadunidense.
El Departamento de Estado de Estados Unidos no respondió en un primer momento a preguntas sobre los movimientos. Sin embargo, se veían columnas de humo cerca del tejado de la embajada mientras los diplomáticos destruían con rapidez documentos sensibles, según dos fuentes militares estadunidenses que hablaron bajo condición de anonimato porque no estaban autorizadas a comentar la situación.
Más tarde aterrizaron también cerca de la embajada varios helicópteros Black Hawk, que suelen utilizarse para trasladar tropas. Al menos un helicóptero de combate sobrevolaba la zona mientras los helicópteros lanzaban bengalas para desviar posible fuego de misiles. Estados Unidos decidió hace unos días enviar miles de efectivos para ayudar a evacuar a trabajadores de la embajada.
En el Aeropuerto Internacional de Kabul, fuerzas afganas abandonaron el aeródromo a militares occidentales, según un piloto que habló bajo condición de anonimato para abordar cuestiones de seguridad.
El presidente, Ashraf Ghani, que habló al país el sábado por primera vez desde que comenzó la ofensiva, también parecía cada vez más aislado. Varios líderes militares con los que había negociado apenas unos días antes se habían rendido ante los talibanes, lo que dejó a Ghani sin opciones militares. Las negociaciones abiertas en Qatar, donde los insurgentes tienen una oficina, tampoco lograron frenar la ofensiva, mientras miles de civiles huían a Kabul.
Miles de civiles se han instalado en parques y espacios abiertos de Kabul y miran al futuro con inquietud. Algunos cajeros automáticos dejaron de dar dinero mientras cientos de personas se congregaban ante oficinas bancarias en un intento de retirar sus ahorros.
Había disparos en varios puntos de la ciudad, aunque el gobierno intentó restarles importancia.
“Las fuerzas de defensa y seguridad, junto con las fuerzas internacionales, trabajan por la seguridad de la ciudad de Kabul y la situación está bajo control”, indicó la presidencia afgana en medio del caos.
Jalalabad, la única ciudad importante aparte de Kabul que no controlaban los milicianos, cayó a primeras horas del domingo (hora local) ante los talibanes. Los milicianos compartieron fotos el domingo por la mañana que les mostraban en la oficina del gobernador de Jalalabad, capital de la provincia de Nangarhar.
Abrarullah Murad, legislador de la provincia, dijo a The Associated Press que los insurgentes habían tomado Jalalabad después de que los milicianos negociaran la caída del gobierno local. La ciudad se rindió y no hubo combates, añadió.
Edición: Mirna Abreu
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