Se suponía que el contrato de Francisco Lindor por 341 millones de dólares con los Mets de Nueva York favorecería la firma de convenios jugosos para otros torpederos.
Y se esperaba lo mismo para los pítchers cuando los ases Gerrit Cole y Max Scherzer suscribieron contratos colosales.
Durante años, los peloteros se han beneficiado de una economía con efecto de goteo, en la que los grandes salarios para las estrellas fomentan a su vez mejores ingresos para quienes no son tan famosos. Pero si bien una serie de contratos han impuesto récords en las campañas recientes, elevando la parte superior de la escala salarial, ello no ha hecho mucho por los peloteros que están más abajo.
Y ello habría incidido en que se adelgace la clase media del beisbol.
Los jugadores creen en un mercado en que los beneficios se derraman de arriba hacia abajo. Ello, junto con su deseo de aumentar las nóminas de los clubes constituye el meollo de las diferencias financieras que han desembocado en el primer paro laboral en las Grandes Ligas en 26 años.
Lindor, Cole y Scherzer están en el subcomité ejecutivo de ocho integrantes en el sindicato. El grupo incluye también al jugador de cuadro Marcus Semien, al receptor Jason Castro y a los lanzadores Zack Britton, Andrew Miller y James Paxton.
De esos peloteros, sólo Castro, con 3.5 millones de dólares, devengó menos de 12 millones la temporada anterior.
Y de los mil 670 jugadores que aparecieron en una nómina de las Mayores este año, mil 145 ganaron menos de un millón de dólares. La cifra incluye a 771 elementos que devengaron menos de medio millón, y a 241 que percibieron menos de 100 mil dólares.
En otro asunto, Buck Showalter estará de regreso en un dógaut en Nueva York.
Casi 30 años después de dirigir a los Yanquis, Showalter fue contratado como mánager de los Mets, el quinto club del que será piloto en la Gran Carpa.
Showalter remplaza al dominicano Luis Rojas, quien se marchó a comienzos de octubre tras dos campañas con marca deficitaria.
Edición: Emilio Gómez
Especial: Fauna Nuestra
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