Taekwondistas afganas entrenan en clandestinidad para esquivar veto talibán

Torturaron a una familia por facilitar el lugar para la sesión: Habib, coach del equipo nacional
Foto: Efe

Desde su llegada al poder en Afganistán, los talibanes no han dejado de poner limitaciones y prohibiciones a los derechos y libertades de las mujeres. Una de ellas es la que veta la práctica deportiva femenina, lo que ha obligado a un grupo de afganas del equipo nacional de taekwondo a pasar a la clandestinidad lo que, señalan, ha debilitado su moral: ahora, van todavía más a contracorriente en una sociedad conservadora que busca relegarlas a las tareas del hogar.

Una de ellas es Farzana Frotan. Su participación en el Campeonato del Mundo de Taekwondo de 2015 o su medalla de oro en el Abierto internacional de Tayikistán de 2016 no le han servido para lograr una excepción de los talibanes, en el poder desde agosto. “Hace unos meses soñaba con ser campeona, no sólo en competiciones internacionales sino también en los Juegos Olímpicos, pero ahora me tengo que quedar en casa y ni siquiera puedo ir al club”, relata Frotan a Efe a la salida de uno de sus entrenamientos.

 

Entrenamientos en la clandestinidad

Junto al resto de sus compañeras, la deportista entrena uno o dos días a la semana en la clandestinidad y en lugares distintos, pese al temor a ser descubiertas, lo que acarrearía graves consecuencias. 

El entrenador del equipo nacional, Nematullah Habibi, explica a Efe que en una ocasión los talibanes llegaron poco después de que se hubieran marchado, y como represalia “torturaron a la familia por facilitar el lugar para la sesión de entrenamiento”.

El propio Habibi padeció la intransigencia de los fundamentalistas cuando le revisaron el teléfono móvil en un puesto de control y descubrieron varios vídeos de sus pupilas entrenando. “Me golpearon a pesar de que les dije que esos vídeos eran antiguos”, asegura.

 

Intolerancia familiar

Pero la represión talibana no es el único obstáculo al que se ha enfrentado este grupo de mujeres durante su carrera deportiva, víctimas desde muy jóvenes de la intolerancia hacia el deporte femenino que destila la tradicional sociedad afgana.

 

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Frotan relata que tuvo que soportar los reproches de su familia cuando les contó por primera vez que quería practicar taekwondo. “Estaba enamorada del taekwondo y veía a muchas atletas femeninas en la televisión. Me motivó a practicar este deporte, pero mis padres no estaban de acuerdo y me decían que el deporte no es adecuado para las niñas”, recuerda ahora, con 28 años.

El taekwondo cuenta con numerosos adeptos en Afganistán y, aunque durante las últimas dos décadas ha brindado al país muchas medallas, su práctica aún es vista como algo exclusivamente masculino.

En el caso de Frotan, para lograr el beneplácito de sus padres les explicó que con el taekwondo podría defenderse de los abusos de los chicos, y asegura que obtuvo la aprobación total cuando demostró que era capaz de ayudar en casa a levantar paredes de ladrillo gracias a la fuerza que le otorgó la práctica deportiva.

 

Más allá del deporte

Además, para la joven y sus compañeras, la práctica del taekwondo no está limitada al ámbito deportivo, sino que va más allá, y se extiende a otros ámbitos de sus vidas, como la educación.

“El deporte, especialmente para las mujeres en Afganistán, es la clave para una vida feliz y saludable”, afirma a Efe Husnia Sadat, que también integra el equipo nacional y que considera que para las afganas el deporte es igual de necesario que la educación o el trabajo, aportándoles energía y confianza ante nuevos retos.

Sadat compatibiliza el taekwondo con su carrera como activista social y periodista, mientras que Frotan ha estudiado varios grados, como Enfermería o Derecho y Diplomacia, y actualmente está cursando una licenciatura en Inglés.

“El deporte me dio confianza y no me siento vulnerable como otras mujeres en Afganistán”, concluye Sadat.

 

Sin un futuro claro

Por el momento ni las propias deportistas ni su entrenador ni el personal de la Federación de Taekwondo de Afganistán han encontrado una salida al problema de estas atletas, que representan una pequeña parte de las miles de mujeres que se han visto obligadas a abandonar la práctica deportiva en el país asiático.

El entrenador afirma que han intentado “muchas veces” reabrir los gimnasios para mujeres, pero lamenta que tanto la propia federación como el comité olímpico “rechazaron la solicitud”, argumentando que el deporte femenino había sido prohibido en el país.

El vicepresidente de la Federación de Taekwondo de Afganistán, Mohammad Javid Sidiqi, tampoco cree que se vayan a permitir las competiciones femeninas en el futuro, en vistas de lo sucedido en 1996, cuando los talibanes se hicieron con el control por primera vez y relegaron a las mujeres al interior del hogar.

Los talibanes ya prohibieron a una taekwondista paralímpica viajar a Japón con motivo de los Juegos Paralímpicos, según Sidiqi, que cuenta que a él mismo le detuvieron “durante unas horas por facilitar el ingreso de mujeres deportistas a países extranjeros”.

Y eso que, lamenta, “el equipo femenino de taekwondo estaba bien posicionado para convertirse en campeón internacional”.

 

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Edición: Estefanía Cardeña


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