En cualquier momento de la niñez y de la adolescencia puede aparecer el cáncer infantil, una enfermedad que constituye la segunda causa de muerte en personas de cinco a 14 años de edad, sin embargo, su oportuna atención puede representar la esperanza de cura.
En México, el cáncer infantil causa la muerte de más de dos mil menores de edad cada año, de acuerdo con cifras del Centro Nacional para la Salud de la Infancia y Adolescencia (Censia). Este 15 de febrero se conmemora el Día Internacional del Cáncer Infantil para concientizar sobre la enfermedad y expresar apoyo hacia los pacientes y sus familias.
Autoridades sanitarias advierten que el cáncer infantil no puede prevenirse, pero la atención temprana incrementa las posibilidades de recuperación.
La tasa de mortalidad de esta enfermedad en la infancia es de 5.3 menores por cada cien mil pacientes a nivel mundial, mientras que las tasas de curación han ido aumentado año con año. Actualmente, en México la posibilidad de erradicar la enfermedad es de entre 75 y 80 por ciento de los pacientes que la padecen, según cifras de la UNAM.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) reporta que los tipos de cáncer infantil más comunes son la leucemia, el cáncer cerebral, los linfomas y los tumores sólidos.
El organismo advierte que esta enfermedad puede erradicarse únicamente si se garantiza el acceso a los servicios de atención integral. Por ello, en los países de ingresos bajas la tasa de curación es de alrededor de 30 por ciento de los pacientes.
“Esas menores tasas de supervivencia en los países de ingresos bajos o medianos pueden explicarse por un diagnóstico tardío, la incapacidad para efectuar un diagnóstico preciso, la falta de acceso a tratamientos, el abandono de las pautas terapéuticas, la muerte por toxicidad (efectos secundarios de la medicación)”, señala la OMS.
El diagnóstico temprano es el que hace la diferencia y puede lograrse con el conocimiento de los síntomas por parte de la familia y del personal médico.
La precisión y puntualidad en la evaluación clínica es relevante para conocer la medida en la que el cáncer está extendido y permite sugerir el tratamiento adecuado.
“El cáncer infantil se acompaña de una serie de síntomas de alerta (como fiebre, cefalea intensa y persistente, dolores óseos o pérdida de peso) que pueden ser detectados por las familias y por profesionales de la atención primaria de salud debidamente formados”, explica la OMS.
Además, si un menor tiene mutaciones hereditarias o antecedentes familiares de cáncer debe tener especial atención ante cualquier síntoma.
“Observar a los niños y acudir de inmediato al médico familiar ante la presencia de síntomas como fiebre, pérdida de peso y apetito, palidez, fatiga, sangrados o moretones continuos e inexplicables, puede ayudar a una detección oportuna”, señala el IMSS.
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