Tres jóvenes delfines machos salen simultáneamente a la superficie a respirar —primero exhalar, después inhalar— antes de hundirse nuevamente bajo las aguas de la bahía de Chesapeake, un hábito que podría ser peligroso.
“Sincronización perfecta”, dijo Janet Mann, una estudiosa de los delfines que los observa desde una pequeña embarcación.
La respiración sincronizada es algo que los delfines hacen con frecuencia con sus compañeros, como estos machos, o las madres con sus cachorros, dijo Mann. Con ello afirman las relaciones que son tan importantes para estos mamíferos inteligentes y de intensa vida social, como un apretón de manos o un abrazo entre seres humanos.
“Es la manera de decir, ‘estamos juntos’”, dijo Mann, investigadora de la Universidad de Georgetown.
Aunque ese contacto es esencial para formar lazos sociales entre delfines, compartir el espacio y el aire también puede transmitir rápidamente una enfermedad.
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Mann y otros científicos tratan de comprender cómo una enfermedad altamente contagiosa y fatal llamada morbillivirus de cetáceo —relacionada con el sarampión humano y detectada por primera vez en aguas de Virginia y Maryland— se transmite rápidamente entre los delfines de la costa atlántica, como sucedió de 2013 a 2015.
Durante ese brote, más de mil 600 delfines aparecieron muertos en las playas de Nueva York a Florida, según la Administración Nacional del Océano y la Atmósfera. Se estima que unos 20 mil delfines murieron del virus y la población regional de delfines costeros disminuyó en 50 por ciento.
“Se parece al Covid-19, es respiratoria” en cuanto a la manera como se transmite, dijo Mann. “Cuando los delfines respiran juntos, comparten microgotas como lo hacemos nosotros cuando hablamos o tosemos cerca unos de otros”.
La clave para comprender la rápida trasmisión del virus es rastrear las redes sociales de los delfines, tal como las autoridades de salud pública rastrean la pandemia de Covid-19.
Para comprender cómo circulan las enfermedades entre los animales sociales, sean seres humanos, delfines o chimpancés, los científicos deben investigar no sólo la biología del virus, sino también cómo interactúan las poblaciones vulnerables, dijo el estudioso de virus animales Jacob Negrey, de la Universidad Wake Forest.
“Las redes de contacto constituyen una espada de doble filo”, dijo. “Los amigos que necesitas son también los individuos con mayores probabilidades de contagiarte”.
Los delfines son animales extremadamente juguetones y suelen nadar en estrecha proximidad, incluso rozándose las aletas. “Es lo que nosotros llamamos andar tomados de la mano”, dijo Mann, directora de la ONG Potomac-Chesapeake Dolphin Project.
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