Un efímero puerto urbano para drones de reparto -y un día, potencialmente, taxis voladores- fue inaugurado en Reino Unido, elevando en los aires una caja de vino espumoso en un breve vuelo de prueba.
Air-One, un denominado "vertipuerto" para drones y futuros vehículos eléctricos que despeguen y aterricen verticalmente, fue proclamado como el primero de su clase por sus promotores, que anuncian una nueva era de futurístico transporte aéreo con bajas emisiones de carbono.
La instalación, ubicada en una vieja central de fabricación de automóviles en Coventry, en el centro de Inglaterra, servirá durante un mes como escaparate de esta floreciente industria.
El vuelo inaugural levantó simbólicamente una caja de seis botellas de vino espumoso, de unos 12 kilogramos, desde la plataforma de lanzamiento.
El dron comercial utilizado -un T150 de Malloy Aeronautics prestado por el ejército británico- es el más grande que jamás haya volado en un entorno urbano de este tipo, según Ricky Sandhu, fundador y presidente ejecutivo de Urban-Air Port, la empresa británica que está detrás del proyecto.
"Están ustedes en el primer vertipuerto del mundo plenamente operativo", dijo a los cientos de invitados allí reunidos.
"Se trata de un sector incipiente, por supuesto, pero que ahora empieza a tomar verdadera velocidad", añadió. "Todos estamos acostumbrados al cambio (...) pero es el ritmo de cambio lo que siempre subestimamos, y las cosas están cambiando muy rápido", aseguró.
Ecosistema
Urban-Air Port desarrolla infraestructura terrestre para drones de reparto autónomos y los taxis aéreos previstos para finales de esta década. Y ha pasado el último año preparando su presentación en Coventry.
El emplazamiento temporal de Air-One, cerca de la estación de ferrocarril de la ciudad, pretende mostrar cómo puede funcionar un centro integrado para estos aparatos en un entorno urbano saturado.
La empresa tiene previsto realizar demostraciones similares en otros lugares del Reino Unido y del resto del planeta en los próximos meses, y su objetivo es disponer de más de 200 lugares de este tipo en todo el mundo.
Están diseñados para ser montados y desmontados con facilidad y utilizan pilas de combustible de hidrógeno para "generar cero emisiones" de CO2.
La empresa asegura tener pedidos por valor de 65 millones de libras (83 millones de dólares), con proyectos previstos en Estados Unidos, Australia, Francia, Alemania, Escandinavia y el sudeste asiático.
Supernal, una filial estadunidense del gigante automovilístico surcoreano Hyundai que está desarrollando un concepto de vehículo eléctrico volador autónomo para transportar pasajeros, es uno de sus socios.
"Estamos centrados en construir el ecosistema que permita que esta nueva tecnología prospere", dice a la AFP Michael Whitaker, su director comercial. "Sin vertipuertos, sin lugares donde aterrizar, no habrá negocio".
Supernal aspira a que su vehículo conceptual totalmente eléctrico de ocho rotores, que se exhibe en Air-One, esté certificado para 2024 antes de comenzar la producción en serie.
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