Un corazón de 380 millones de años, el más antiguo jamás encontrado, junto con un estómago, un intestino y un hígado fosilizados fueron hallados en restos de un pez con mandíbulas.
La nueva investigación, publicada en la revista Science, ha descubierto que la posición de los órganos en el cuerpo de los artrópodos, una clase extinta de peces con mandíbula que floreció durante el periodo Devónico, hace 419.2 millones de años y 358.9 millones de años, es similar a la anatomía de los tiburones modernos, lo que ofrece nuevas y vitales pistas evolutivas.
La investigadora principal, la catedrática Kate Trinajstic, de la Escuela de Ciencias Moleculares y de la Vida de la Universidad de Curtin y del Museo de Australia Occidental, destaca que el descubrimiento es notable, dado que los tejidos blandos de las especies antiguas rara vez se conservaban y que era aún más raro encontrar una conservación en 3D.
"A menudo se piensa en la evolución como una serie de pequeños pasos, pero estos antiguos fósiles sugieren que hubo un salto mayor entre los vertebrados sin mandíbula y los que sí la tienen. Estos peces tenían literalmente el corazón en la boca y bajo las branquias, como los tiburones actuales".
Esta investigación presenta, por primera vez, el modelo en 3D de un complejo corazón en forma de "S" en un artrópodo que está formado por dos cámaras con la más pequeña situada en la parte superior.
La profesora Trinajstic apunta que estas características fueron avanzadas en vertebrados tan tempranos, ofreciendo una ventana única a cómo la región de la cabeza y el cuello comenzó a cambiar para acomodar las mandíbulas, una etapa crítica en la evolución de nuestros propios cuerpos.
Con la ayuda de científicos de la Organización Australiana de Ciencia y Tecnología Nuclear, en Sidney, y de la Instalación Europea de Radiación Sincrotrón, en Francia, los investigadores utilizaron haces de neutrones y rayos X de sincrotrón para escanear los especímenes, todavía incrustados en las concreciones de piedra caliza, y construyeron imágenes tridimensionales de los tejidos blandos de su interior basándose en las diferentes densidades de los minerales depositados por las bacterias y la matriz rocosa circundante.
Este nuevo descubrimiento de órganos mineralizados, que se suma a los hallazgos anteriores de músculos y embriones, convierte a los artrópodos de Gogo en los vertebrados con mandíbula más completos y aclara una transición evolutiva en la línea de los vertebrados con mandíbula vivos, que incluye a los mamíferos y a los humanos.
Edición: Estefanía Cardeña
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