Con información de Efe y Sputnik
La baguette de pan francesa y el ron cubano fueron incluidos en la lista de patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la Unesco, que este 2022 valora el saber hacer de los maestros artesanos y la cultura social en torno a estos productos típicos de Francia y Cuba, respectivamente.
Desde Marruecos, donde se encuentra reunido el Comité de partes, la Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) informó este miércoles de la inscripción del 'saber de los maestros del ron cubano' y de 'la artesanía y la cultura de la baguette' en su prestigiosa lista.
En la lista, que puede consultar aquí, también fueron inscritos la tradición de Semana Santa de Guatemala y el sistema de conocimiento ancestral de los cuatro pueblos indígenas, arhuaco, kankuamo, kogui y wiwa, de la Sierra Nevada de Santa Marta de Colombia.
La Unesco también validó solicitudes de Grecia, Alemania, Marruecos, Egipto, Japón, Corea del Norte y Corea del Sur, para destacar como patrimonio vivo diversas expresiones culturales.
El saber de los maestros del ron ligero "es fruto de una obra que nace hace más de 150 años", según la carta de la comunidad de los Maestros del Ron Ligero de Cuba presentada ante la Unesco.
El documento especifica que el saber representa "una tradición de la nación cubana que ha sido desarrollada generación tras generación de maestros a lo largo de siglos, que tuvo un alumbramiento feliz a mediados del siglo XIX con el nacimiento en Cuba del ron ligero y que su desarrollo y la continuidad no se ha detenido, a pesar de los avatares históricos por los que ha atravesado la nación cubana".
La baguette es un tipo de pan popular que se consume en Francia durante todo el año y cuyo proceso de fabricación tradicional incluye las siguientes etapas: "dosificación y pesaje de los ingredientes, amasado, fermentación, división, reposo, moldeado manual, acabado, escarificación [la firma del panadero] y horneado", indica la solicitud francesa.
"Al registrar el saber hacer y la cultura de la 'baguette' en el patrimonio cultural inmaterial, la Unesco destaca que una práctica alimentaria puede constituir un patrimonio por derecho propio, lo que nos ayuda a ser parte de la sociedad", afirmó la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, sobre esta nueva inscripción.
Según Azoulay, "honra el saber hacer de los panaderos artesanos" y también "celebra toda una cultura: un ritual diario, un elemento estructurante de la comida, un sinónimo de compartir y de convivencia".
"Es importante que estos conocimientos artesanales y prácticas sociales puedan seguir existiendo en el futuro", explicó Azoulay, que destacó que el registro de la baguette "va acompañado de medidas de salvaguardia concretas que Francia y los profesionales se comprometen a aplicar".
La candidatura francesa destaca el proceso de elaboración en cuatro pasos de esta barra de pan típicamente gala y la cultura social en torno a las panaderías, unos locales que, asegura, merman año a año.
Según explica dicha candidatura, la cultura de la baguette se generalizó después de la Segunda Guerra Mundial y es ahora el tipo de pan más popular que se consume en el país durante todo el año.
La artesanía de la baguette, que se remonta a las hogazas del siglo XVII, se diferencia de otros panes, porque se compone de sólo cuatro ingredientes (harina, agua, sal, levadura y/o masa madre) de los que cada panadero obtiene una barra única jugando con sus diferentes pasos de elaboración.
Además, Francia añade que la compra de la 'baguette', muchas veces diaria y económica, "hace de la panadería un lugar de sociabilidad".
"Por lo general, está cerca de casa, es relajante, está abierta a todos y es fundamental para la vida del vecindario o del pueblo. Allí te encuentras con tus vecinos, dejas las llaves o los anuncios clasificados. En los pueblos que no tienen, el panadero recorre los caminos para vender la tanda del día y, para algunas personas que viven aisladas, a veces es el único contacto que tienen", dice la candidatura.
La cultura de la 'baguette', añade, toca también a los consumidores, ya que el gusto por esta barra de pan típicamente francesa "se transmite de generación en generación, sobre todo en las familias".
Francia destaca en su candidatura que, si bien la panadería es un lugar "imprescindible" para transmitir el saber hacer de la baguette, se registra una continua disminución en su número, lo que hace necesario implementar medidas de salvaguardia.
En 1970, explica, había 55 mil panaderías artesanales (una panadería por cada 790 habitantes), frente a las 35 mil de hoy (una para cada 2 mil habitantes), lo que significa la desaparición de una media de 400 panaderías al año en la última mitad de siglo.
"Esto ocurre particularmente en los municipios rurales, donde más ha descendido el número de panaderías-pastelerías", afirma.
Edición: Mirna Abreu
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