La Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC) recuerda que los niños menores de cinco años no deben comer las uvas en Nochevieja por el riesgo de atragantamiento o asfixia; y tampoco esta fruta debe sustituirse por la ingesta de frutos secos o lacasitos al son de las campanadas de Fin de Año.
Las uvas, por su tamaño y su piel resbaladiza y el jugo de su interior, pueden propiciar que se traguen sin masticar y generen un taponamiento de las vías aéreas, impidiendo al niño respirar, recuerda la SEORL-CCC.
Por ello, los otorrinolaringólogos recomiendan que no las ingieran menores de cinco años, y cuando se les ofrezcan a los niños mayores sean sin piel, pepitas y partidas en trozos de forma longitudinal.
Recomienda también no dar frutos secos ni lacasitos a estos menores, ya que los fragmentos duros que se desprenden al morderlos pueden obstruir las vías respiratorias. Recuerdan que los frutos secos deben ofrecerse molidos a menores de cinco años.
Además, es conveniente que los adultos tengan unas nociones básicas de primeros auxilios para conocer qué hacer si se produce un atragantamiento.
En caso de accidente, también es recomendable acudir de forma inmediata a un servicio de urgencias para que un especialista en otorrinolaringología pueda valorarlo.
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Edición: Estefanía Cardeña
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