Dos de los deseos de Navidad que tenía la pequeña Molly se cumplieron: conseguir sus botas para buscar fósiles de tiburones extintos y precisamente encontrar un diente de megalodón cuando apenas había comenzado la expedición en una playa de Maryland, Estados Unidos.

A sus 9 años, Molly es una niña interesada en el descubrimiento de fósiles, de hecho, ella y su hermana Natalie pidieron como regalo de Navidad unas botas con aislamiento hasta el pecho para poder “cazar dientes de tiburón de forma profesional” en Calvert Beach y tras recibirlas de inmediato quiso comenzar la búsqueda.

El anhelo de Molly era encontrar a Meg (megalodón) porque a su edad ya ha tenido la satisfacción de hallar dientes de tiburón de diversos tipos y formas, pero nunca uno de más de 12 centímetros.
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Tras el hallazgo del enorme diente, la familia Sampson llevó el fósil al Museo Marino de Calvert, que tras varios análisis confirmó que pertenece a un Otodus megalodon, que es una especie de tiburón gigante que actualmente está extinta, pero que era considerado uno de los depredadores marinos más grandes de la historia de la Tierra.

A su corta edad Molly ha manifestado su intención por convertirse en paleontóloga, pues además de su gusto por buscar fósiles de tiburón, la niña ha dicho que quiere estudiar más sobre otras especies.

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