Lo que comenzó como un pasatiempo de la juventud para Dwan Jacobsen Young ahora es uno de sus principales motores que la ha hecho ganar el Récord Guinness como la esquiadora acuática más longeva del mundo.
A sus 92 años, la estadunidense continúa practicando este deporte, aunque ahora no lo va sola: sus nietos y bisnietos la acompañan cuando se sube a sus esquíes y comienza a romper las olas.
Dwan llama la atención desde el momento que comienza a prepararse. La edad se refleja en su rostro, pero lo que predomina es la enorme sonrisa al saber que recibirá su dosis de adrenalina al ingresar al agua.
Aún recuerda su primera vez, fue en 1961 cuando tenía 29 años y su familia había adquirido una cabaña de verano en Bear Lake, Utah.
A partir de ese momento no dejó de practicar y pese a su avanzada edad sigue siendo su pasatiempo favorito.
“Mi marido piensa que estoy loca, mis amigos están sorprendidos y mi familia piensa que es genial”, dijo la mujer a Récord Guinness.
La mujer de la tercera edad recibió con gran júbilo el documento que la reconoce como la mujer más longeva del mundo en practicar este deporte y presumió que se lo ha heredado a al menos tres generaciones más.
Cada verano, Dwan y su familia llegan al lago a practicar esquí acuático y a pesar de que han pasado tantos años, la mujer confiesa que sigue sintiendo mariposas antes de entrar al agua.
La poseedora del Récord Guinness todavía tiene un sueño: esquiar en el lago Lemán, ubicado entre Francia y Suiza.
Además, también espera tener la oportunidad de esquiar en la nieve algún día.
Toda esta experiencia, asegura, le ha servido para aprender a no renunciar nunca a sus objetivos, consejo que le comparte a sus hijos, nietos y bisnietos.
También lee: Mujer de 104 años busca el récord como la paracaidista más longeva del mundo
Durante el hecho falleció otro joven y una mujer resultó lesionada por arma de fuego
La Jornada
Una reserva amenazada por la captura ilegal, la política y el daño ambiental
Rafael Robles de Benito
El sujeto es señalado por el delito de secuestro agravado
La Jornada