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12/12/2025 | Londres, Inglaterra
Científicos en Gran Bretaña afirman que los humanos antiguos podrían haber aprendido a hacer fuego mucho antes de lo que se creía, tras descubrir evidencia de que hace unos 400 mil años se producían incendios deliberados en lo que hoy es el este de Inglaterra.
Los hallazgos, descritos en la revista Nature, retrasan la fecha más temprana conocida de la producción controlada de fuego en aproximadamente 350 mil años. Hasta ahora, la evidencia confirmada más antigua provenía de yacimientos neandertales en lo que hoy es el norte de Francia, que datan de hace unos 50 mil años.
Foto: Ap
El descubrimiento se realizó en Barnham, un yacimiento paleolítico de Suffolk que lleva décadas siendo excavado. Un equipo dirigido por el Museo Británico identificó un trozo de arcilla cocida, hachas de sílex fracturadas por el intenso calor y dos fragmentos de pirita de hierro, un mineral que produce chispas al chocar con el sílex.
Los investigadores dedicaron cuatro años a analizar el área para descartar incendios forestales naturales. Las pruebas geoquímicas mostraron temperaturas superiores a los 700 grados Celsius (1292 Fahrenheit), con evidencia de incendios repetidos en el mismo lugar.
Ese patrón, dicen, es más consistente con un hogar construido que con la caída de un rayo.
Rob Davis, arqueólogo paleolítico del Museo Británico, dijo que la combinación de altas temperaturas, quema controlada y fragmentos de pirita muestra "cómo estaban realmente haciendo el fuego y el hecho de que lo estaban haciendo".
La pirita de hierro no se encuentra de forma natural en Barnham. Su presencia sugiere que quienes vivían allí la recolectaban deliberadamente porque conocían sus propiedades y podían usarla para encender yesca.
El uso deliberado del fuego rara vez se conserva en el registro arqueológico. La ceniza se dispersa con facilidad, el carbón se descompone y los sedimentos alterados por el calor pueden erosionarse.
Sin embargo, en Barnham, los depósitos quemados quedaron sellados dentro de sedimentos de antiguos estanques, lo que permitió a los científicos reconstruir cómo la gente primitiva utilizaba el sitio.
Los investigadores dicen que las implicaciones para la evolución humana son sustanciales.
El fuego permitió a las poblaciones primitivas sobrevivir en ambientes más fríos, ahuyentar a los depredadores y cocinar los alimentos. La cocción descompone las toxinas de las raíces y tubérculos y elimina los patógenos presentes en la carne, lo que mejora la digestión y libera más energía para el desarrollo de cerebros más grandes.
Chris Stringer, especialista en evolución humana del Museo de Historia Natural, detalló que los fósiles de Gran Bretaña y España sugieren que los habitantes de Barnham eran neandertales tempranos, cuyas características craneales y ADN apuntan a una creciente sofisticación cognitiva y tecnológica.
El fuego también facilitó nuevas formas de vida social. Las reuniones nocturnas alrededor de una fogata habrían proporcionado tiempo para planificar, contar historias y fortalecer las relaciones grupales, comportamientos que a menudo se asocian con el desarrollo del lenguaje y sociedades más organizadas.
Los arqueólogos dicen que el sitio de Barnham se ajusta a un patrón más amplio en Gran Bretaña y Europa continental entre 500 mil y 400 mil años atrás, cuando el tamaño del cerebro de los primeros humanos comenzó a acercarse a los niveles modernos y cuando la evidencia de un comportamiento cada vez más complejo se hace más visible.
Nick Ashton, curador de las colecciones del Paleolítico en el Museo Británico, lo describió como “el descubrimiento más emocionante de mi larga carrera de 40 años”.
Para los arqueólogos, el hallazgo ayuda a responder una pregunta de larga data: cuándo los humanos dejaron de depender de los rayos y los incendios forestales y, en cambio, aprendieron a crear llamas donde y cuando las necesitaban.
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Edición: Estefanía Cardeña