Juan José Olivares
Periódico La Jornada

7 de mayo, 2015

No pienso en que alguien se acuerde de mí, encuentro tan vulgar trabajar para la posteridad como por dinero, dijo alguna vez Orson Welles, quien el miércoles hubiera cumplido 100 años de vida.

En su indispensable Diccionario de cine, el francés Georges Sadoul, uno de los historiadores del séptimo arte más reconocidos, escribió: Faltaría algo al cine de no haber existido este niño prodigio a quien le gustaba caracterizarse de viejo. Este hombre prematuramente envejecido que, con su genio y en su desorden, algo guarda de su infancia.

El poeta, dramaturgo y escritor galo Jean Cocteau lo retrató de la siguiente manera: Es algo así como un gigante de mirada infantil, un perezoso activo, un loco sensato, un solitario rodeado de gente, un estudiante que se duerme en clase, un estratega que finge estar borracho cuando quiere que lo dejen en paz. Quizá ha sabido utilizar mejor que nadie (...) ese aspecto de oso adormecido que a veces aparenta.

Kenosha, Wisconsin, fue el lugar que vio nacer a este amante de las artes, gusto transmitido por su madre, una pianista que enfermó y falleció poco tiempo antes que él cumpliera nueve años.

En su juventud fue un ente autogestivo en la creación. Se unió a grupos de teatro alternativos hasta pisar las tablas de los teatros de Broadway.

Como actor y director de teatro se dio a conocer a muy temprana edad. En los círculos alternativos y de vanguardia llamó la atención. Sin embargo, fue el 30 de octubre de 1938, cuando el destello de su creatividad hizo erupción.

Parteaguas en la transmisión radiofónica

Ese día, un estudio de la cadena de radio CBS en Nueva Jersey anunciaba: Señoras y señores, interrumpimos nuestra programación musical para comunicarles un boletín de último minuto. El profesor Farrel, del Observatorio Mount Jennings de Chicago, reporta que se han avistado una serie de explosiones de gas incandescente que provienen del planeta Marte. Las imágenes indican que se dirigen con enorme rapidez hacia la Tierra.

Welles se lanzó al vacío esa noche: creó una adaptación del argumento de la novela de H.G. Wells La guerra de los mundos. Quería llamar la atención del auditorio.

Miles de estadunidenses se lanzaron a las calles, aterrorizados, convencidos de que una invasión alienígena había aterrizado en Nueva Jersey. Las transmisiones de radio cambiaron desde ese día. Orson, la voz detrás del micrófono, tenía sólo 23 años.

Inquieto, buscó su debut en la industria cinematográfica. Lo hizo con su obra más importante: Ciudadano Kane, que dirigió, protagonizó y escribió.

No sólo tuvo el dominio absoluto de la producción, sino que experimentó con códigos de filmación abandonados o subutilizados en el cine en ese tiempo, como imágenes en claroscuros, planos secuencias como profundidad de campo. Todos esos elementos los unió y transformó para darles sentido propio.

La RKO (Radio-Keith-Orpheum), compañía que en los años 30 en Hollywood era una de las cinco mejores, le dio por contrato poderes absolutos en las cintas que realizaría con esta productora.

He aquí el más hermoso tren eléctrico que hombre alguno haya podido soñar jamás, dijo Orson el día que entró por vez primera en los estudios en los que realizaría Ciudadano Kane, prodigioso retrato del propio artista y también del multimillonario William Randolph Hearst, magnate de la prensa que, obvio, quiso prohibir la proyección del filme.

Welles, en opinión de Georges Sadoul, usó ese incidente para dar publicidad al filme, que al final fue visto como una obra maestra en Nueva York y en toda ciudad grande de Estados Unidos.

Mientras rodaba un semidocumental en tres episodios, la RKO lo llamó para despedirlo y su filme El cuarto mandamiento fue mutilado.

Tuvo que renunciar al cine mientras duró la Segunda Guerra Mundial, pero regresó a los estudios para filmar La dama de Shangai. Luego del rodaje de Macbeth se estableció en Europa, donde realizó Otelo.

La radio le proporcionó una idea diferente de cómo crear la banda sonora de sus cintas, cuyo ritmo se combinaba con el montaje de las imágenes a base de recursos diversos.

Retorno con Mr. Arkadin

Regresó con fuerza con Mr. Arkadin. Pero se ausentó unos 15 años, hasta su retorno con Sed del mal. Hay que destacar que sus otros filmes como actor, Otelo y El tercer hombre, son los más conocidos.

Una línea de suspensión, heridas creativas que pesaron en él hasta que surgió cual ave fénix para realizar El proceso, que, como Ciudadano Kane, fue acabada y montada íntegramente por él mismo, en su adaptación a la obra de Franz Kafka.

En España, rodó Campanadas a media noche e intentó realizar una versión del Quijote. También quiso hacer El mercader de Venecia y El Rey Lear, sin éxito.

“Mi gran aporte a Ciudadano Kane fue la ignorancia; no sabía que hubiera cosas que no se podían hacer”, declaró el cineasta, desafiante siempre de la industria hollywoodense.

Sed de mal, El proceso y La dama de Shanghai nunca lograrían superar a Kane, que quizá sería su álter ego. Welles falleció en 1985, a los 70 años.


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