David Brooks
Foto: Ap
La Jornada Maya

Estados Unidos
Sábado 5 de noviembre, 2016

Los jóvenes son pieza clave en esta contienda desde sus inicios, pero en esta recta final no tienen dónde expresar su deseo por un cambio en este país: lo único que se les ofrece como opciones es un candidato republicano que quiere un retorno a un pasado mítico que ellos rechazan, y una candidata demócrata que lo único que promete es más de lo mismo.

“Lo que más odio es que nos traten como si fuéramos pendejos”, comenta un joven afroestunidense de 24 años a [i]La Jornada[/i]. “Sabemos lo suficiente como para no confiar en Hillary Clinton por lo que ha hecho, pero por supuesto Donald Trump es inaceptable”. Esta apreciación expresada por jóvenes en múltiples entrevistas se traduce en una notable ausencia de entusiasmo de la juventud en esta recta final de esta elección.

Los jóvenes de entre 18 y 34 años, llamados “Millennials”, son ahora la generación viviente más grande de Estados Unidos con un total de 75.4 millones, según el censo de Estados Unidos. A la vez, son la generación más racial y étnicamente diversa en la historia del país, y algunos afirman que también es una de las más progresistas. Pero los jóvenes no necesariamente confían en el voto ni en el proceso político.

Históricamente, aunque se les insiste en que tienen que votar ya que serán ellos quienes más tendrán que sufrir las consecuencias de una elección, durante décadas han sido el sector que menos participa.

En esta coyuntura, no ayuda que la cúpula demócrata enajenó a millones de ellos durante las elecciones primarias, donde una abrumadora mayoría del voto joven se sumó a la causa del precandidato “socialista democrático” Bernie Sanders, y fueron ellos quienes nutrieron la campaña progresista de un candidato presidencial que fue la más exitosa en la historia moderna del país.

Percibidos casi como traidores, fueron tratados con un desprecio que sólo aumentó, para muchos, la percepción de que la cúpula democrata es parte de un sistema corrupto y entregado a los intereses del 1 por ciento más rico del país (algo que surgió de Ocupa [i]Wall Street[/i] y formó parte integral del mensaje de Sanders).

El mensaje de Clinton y sus aliados a los jóvenes, sobre todo a los que apoyaban a Sanders, era que la mejor manera de promover el cambio que tanto deseaban era apostar por Clinton con su experiencia pragmática para reformar el sistema. La respuesta fue, en palabras de una joven en un tuit: “Lo que no entienden es que no queremos cambios dentro del sistema, queremos cambiar al sistema”.

Uno de los problemas para Clinton frente a los jóvenes es que cada vez que se menciona su “larga experiencia” en la vida pública, y todos los puestos políticos que ha ocupado, sólo comprueba que es parte integral de justo la misma estructura de poder en la que desconfían, y hasta rechazan. En un sondeo a inicios de octubre, sólo un 31 por ciento de los llamados “millennials” la apoyaban.

En la Convención Nacional Demócrata, los jóvenes eran parte del 46 por ciento de los delegados que tenía Sanders. Ahí fueron sujetos a amenazas y humillaciones a manos de representantes de la maquinaria política, mientras Clinton los elogiaba y afirmaba desde el podio que ella haría suyas las causas de los jóvenes. En por lo menos tres ocasiones durante los cuatro días, cientos de estos delegados abandonaron la arena en protesta por el trato que recibieron.

Muchos se sumaron a un movimiento denominado “Nunca con Hillary”, que provocó un conato de crisis interna que sólo se controló cuando Sanders instó a sus seguidores a dedicarse a derrotar a Trump, y por lo tanto, apoyar a Clinton.

Pero Clinton ahora necesita, y más que nunca, a este sector que fue fundamental en la histórica elección de Barack Obama en 2008 cuando 51 por ciento de los jóvenes votaron (una tasa récord). Durante las últimas semanas les han instado, exhortado y rogado que participen.

El propio Barack Obama se ha presentado en universidades esta semana con el mensaje de que el futuro de los jóvenes está en riesgo en esta elección. “Odio ponerles un poco de presión, pero el destino de la república descansa sobre sus hombros”, afirmó ante estudiantes en la Universidad de Carolina del Norte el pasado miércoles.

Pero aunque es el político con el mayor nivel de aprobación en el país, no es el mensajero perfecto para los jóvenes: el voto joven se desplomó en 7 por ciento entre la elección del 2008 y la eelección de Obama en 2012, y en parte esto fue justo por un desencanto con la falta del “cambio” prometido por el presidente.

Para Clinton fue particularmente preocupante que una encuesta del [i]New York Times[/i] registrara hace unas semanas que más de un tercio de los jóvenes pensaban votar por uno de los candidatos de terceros partidos.

Clinton ha intentado cortejar a este sector con figuras culturales, desde Katy Perry y Miley Cyrus, a Jay-Z y Beyonce, Pharrell Williams, y también con actores de televisión y cine. Ha adoptado algunas de las posiciones de Bernie Sanders, y, más recientemente, ha usado al propio Sanders en persona en actos de campaña (juntos y por separado) para invitar la participación de estas filas.

Kate Aronoff, en el periódico británico [i]The Guardian[/i], ofreció una explicación de por qué Clinton sufre un déficit de apoyo entre los jóvenes como ella: “Clinton ha supuesto que un tercio del electorado - los millennials - votarían por ella sólo por temor a su contrincante. Puesto de manera sencilla, queremos más”.

Explicó que “los millennials son la generación que ocupó Wall Street, quienes clausuraron puentes por las vidas negras, y nos encadenamos a las rejas de la Casa Blanca para frenar el oleoducto Keystone XL. Desilusionados por su apoyo a la guerra y a la austeridad por parte de Obama - especialmente después de que tocamos puertas para lograr elegirlo - sabemos que no podemos tener una fe ciega en cualquier candidato por la oficina oval”.

Agregó que para esta generación progresista, “Trump representa virtualmente todo a lo que nos oponemos. Clinton representa todo lo que no ha funcionado para nosotros”. Por lo lo tanto, concluye, la candidata necesita escuchar y actuar, sobre las prioridades de esta nueva generación, sobre todo para un futuro menos basado en el temor.

Según los sondeos, las cosas que desean los millennials son: la redistribución de la riqueza, acción real sobre el cambio climático, acceso a educación universitaria sin deuda y a servicios de salud y, por supuesto trabajo digno.

La mayor parte de esta generación se identifica como “independiente” de ambos partidos, y en una amplia encuesta realizada el verano de este año, muchos más apoyaban a Sanders que Clinton (https://nextgenclimate.global.ssl.fastly.net/wp-content/uploads/2016/07/NextGen- PNA-Battleground-Millennial- Benchmark-Posting- Deck-D07.27.16.pdf).

Según algunos cálculos, los jóvenes representan un bloque potencial de votos tan grande que si se incrementa en 10 por ciento su apoyo a Clinton, eso duplicaría su ventaja en las encuestas frente a Trump.

No se sabrá el papel del voto millennial hasta después de las elecciones, pero durante toda esta contienda, sus voces han dejado claro que cuestionan la credibilidad de este ejercicio democrático y no confían en que estos protagonistas políticos les ofrezcan el futuro que sueñan.


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