El ex presidente de Estados Unidos Donald Trump rompió con sus principales abogados apenas una semana antes de que comience el juicio político en su contra en el Senado, informaron dos personas conocedoras de la situación.
Butch Bowers y Deborah Barbier, abogados de Carolina del Sur, ya no forman parte del equipo de defensa. Una de las fuentes aseguró que la ruptura fue “una decisión mutua” que refleja las diferencias de opinión sobre la dirección del caso. Ambos declarantes insistieron en mantener el anonimato.
Los cambios de última hora llevan más incertidumbre a la estrategia del equipo de defensa de Trump, quien se prepara para ser acusado de incitar a la insurrección tras el asalto al Capitolio el 6 de enero. Sin embargo, casi todos los senadores republicanos, menos cinco, votaron esta semana a favor de desestimar el caso, dejando claro que es improbable que Trump sea condenado sin importar cuál sea su equipo de defensa.
Greg Harris y Johnny Gasser, dos ex secretarios de Justicia de Carolina del Sur, salieron también del equipo, según una de las personas consultadas.
Otra persona con conocimiento de las contrataciones, sostuvo que Bowers y Barbier abandonaron el proyecto porque Trump quería que hicieran una defensa basada en acusaciones de fraude electoral, algo que no estaban dispuestos a hacer.
Trump ha tenido problemas para encontrar abogados dispuestos a defenderlo tras convertirse en el primer presidente de la historia en ser procesado dos veces.
Después de que numerosos abogados que lo han defendido antes declinaron tomar el caso, uno de los aliados más cercanos de Trump en el Senado, el senador por Carolina del Sur, Lindsey Graham, le presentó a Bowers.
Bowers y Barbier no respondieron a una solicitud de comentarios.
Republicanos y colaboradores de Trump han dejado claro que piensan utilizar un argumento sencillo: que el juicio es anticonstitucional porque él ya no está en el cargo.
Aunque los republicanos en Washington parecían deseosos de distanciarse de Trump tras el mortal asalto del 6 de enero, en días recientes han rebajado las críticas, recelosos de hacer enojar a los leales votantes del ex mandatario.
En tanto, 10 senadores republicanos, entre ellos el influyente Mitt Romey, propusieron al presidente Joe Biden un plan de ayuda económica alternativo de 600 mil millones de dólares, con el argumento que éste podría obtener el consenso de los dos partidos en el Congreso.
Si bien la nueva administración quiere votar el proyecto de 1.9 billones de dólares para sacar al país de la depresión económica causada por la pandemia del COVID-19, los republicanos se oponen a dicha cifra al considerar que profundizará aún más la deuda y el déficit presupuestario de Estados Unidos.
Edición: Ana Ordaz
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