Texto y foto: Sputnik
La Jornada Maya
Lunes 17 de septiembre, 2018
Tiempo atrás, en una galaxia lejana de la Tierra se produjo una colisión de estrellas de neutrones. Este acontecimiento se denominó GW17081.
Tras la colisión de los cuerpos celestes se formaron ondas gravitatorias que alcanzaron la Tierra y el 17 de agosto de 2017 fueron detectadas por el observatorio LIGO.
Esta no fue la primera ocasión en la que el observatorio registró ondas de gravitación. Aquellas ondas se formaron gracias a la fusión de agujeros negros, que son difíciles de observar, dado que su masa no permite que su radiación electromagnética se libere.
La situación con las estrellas de neutrones resulta ser completamente distinta.
GW17081 llegó a ser el primer fenómeno astronómico estudiado tanto por los medios de astronomía gravitatoria como por los telescopios convencionales. Así, los científicos pudieron medir la masa de los objetos sometidos a la fusión y a partir de esto calcularon la amplitud de las ondas gravitatorias que se formaron tras la colisión, según publica la revista [i]Journal of Cosmology and Astroparticle Physics[/i].
Una de las teorías sobre universos paralelos se basaba en la suposición de que las ondas gravitatorias son capaces de desplazarse largas distancias y penetrar en otras dimensiones. En tanto, su amplitud se reduciría a lo largo de su viaje entre dimensiones.
No obstante, las recientes mediciones indicaron que la amplitud de las ondas correspondía a los parámetros estipulados. Por lo tanto, los astrofísicos concluyeron que las ondas no han 'visitado' otras dimensiones.
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