Katia Rejón
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Martes 26 de marzo, 2019

Los cárteles no existen, el empoderamiento de los [i]narcos[/i] es un mito y la violencia desatada del país no es obra de ellos en primera instancia. De esto habla el libro de Oswaldo Zavala (Oswaldo Zavala), profesor del College of Staten Island y en The Graduate Center, City University de Nueva York, [i]Los cárteles no existen[/i] (2018).

El libro, dice, es una invitación a pensar críticamente el discurso con el que se habla del narco. Las plazas, el control del territorio, los colgados, que quitan y ponen gobernadores, asesinan candidatos "es un discurso construido por instituciones oficiales en México y Estados Unidos".

Oswaldo Zavala fue periodista en Ciudad Juárez antes de ser profesor universitario y la frase que da nombre al libro la escuchó por primera vez en las salas de prensa. Asegura que el miedo al enemigo común en México ha sido una construcción gradual para llenar el vacío que dejó el comunismo cuando éste era visto como una amenaza.

“Antes de los noventa, de lo que se hablaba en México era el comunismo como un problema. En el 68 , la amenaza global era la infiltración soviética y en buena medida eso fue lo que condujo a la matanza de Tlatelolco. El embajador estadounidense insistía en que había infiltraciones soviéticas en el movimiento estudiantil”, explica.

Fue Estados Unidos quien propuso este cambio de paradigma cuando en 1986, el entonces presidente Ronald Reagan firmó una directiva para ver al narco como una emergencia nacional.

“Si revisas el imaginario cultural del narco en esas épocas -setentas y ochentas- verás que era melodramático, patético. El narco era el excedente del tejido social, el pobre que empieza a traficar y termina mal. Ahora vemos al narco empoderado, que controla al país, a los medios de comunicación y a los políticos. Es lo que cuestiono, empezamos a hablar de ese modo legitimando el discurso de Estados Unidos”, expresa.

"¿Pero y la violencia?", es la pregunta que le hace todo el mundo. Contesta que la violencia es consecuencia de la militarización y que los objetivos de ésta no son el combate al narco sino una estrategia para que el ejército despoble territorios ejidales y comunales, donde hay riqueza en el subsuelo.

El caso más documentado es el de Tamaulipas. Cita el libro [i]Los Zetas Inc.[/i] de Guadalupe Correa, que "muestra que en medio de esta supuesta guerra de cárteles, sucede la extracción natural más importante. La ocupación de zonas del país es por intereses específicos".

La lucha contra el narco es el nombre público de una agenda más compleja, agrega. Dos periodistas que conoció en el Diario Juárez, Ignacio Alvarado y Julián Cardona, fueron quienes le explicaron esta intuición de que la violencia no tenía que ver tanto con el narco sino con el Estado.

Originalmente, los narcotraficantes eran temerosos del poder oficial y sobre todo de ser detenidos por los estadounidenses e ir a prisión de por vida. “Pablo Escobar hizo su propia cárcel para estar seguro. La palabra cartel lo que hace es controlar la narrativa. Si controlas el contenido, controlas el significante y quienes la inventaron están promoviendo la política militarista y prohibicionista”, asegura.

Cuando publicó el libro pensó que lo atacarían por delirante o no le harían mucho caso. Sin embargo, explica que este documento sale en buen "timing" pues el discurso del narco se está agotando, en parte por lo sucedido con los 43 estudiantes de Ayotzinapa.

“En el momento en que nos quisieron vender esa verdad histórica y lo que ocurrió con Guerreros Unidos, pero se fue desacreditando esa versión gracias a la valiente labor de los padres de los estudiantes, de medios de comunicación y periodistas independientes. Ellos comenzaron a decir: Fue el Estado”, agrega.

El libro incluye en su cuarta edición un epílogo sobre AMLO, la Guardia Nacional y la estrategia contra el [i]huachicol[/i]. Aunque sólo han pasado 100 días, dice que hay motivos para un optimismo cauteloso. Que la propuesta de Amnistía y despenalización de las drogas durante la campaña de Andrés Manuel funcionó precisamente porque "el discurso del [i]narco[/i] se está agotando" y la Guardia Nacional es un acierto.

"La discusión de ésta [Guardia Nacional] en el congreso, permitió un ejercicio democrático. Llegaron casi al consenso total, es un logro extraordinario que de aquí a cinco años no haya ejército en las calles y que tenga un mando civil", opina.

Propuso ver al narco como un tema de salud pública, por ello le entusiasma que la respuesta del nuevo gobierno no sea la militarización. "Es un país muy complejo. La policía está acostumbrada a la rapiña y asesinato como supervivencia. El tejido social está muy dañado y los esfuerzos van a tomar mucho tiempo", finaliza.


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