Paul Antoine Matos
Foto: Afp
La Jornada Maya

Ciudad de México
Miércoles 4 de octubre, 2017

Muchas cosas siguen igual que hace 30 años. La política intervencionista de los Estados Unidos, los desaparecidos en Latinoamérica, un México que aún se reconstruye del terremoto del 19 de septiembre. El inquebrantable espíritu mexicano y [i]The Joshua Tree[/i]; el álbum que marcó para siempre la carrera de U2.

La banda irlandesa plantó su árbol en el Foro Sol de la Ciudad de México, el martes tres y miércoles cuatro. Su gira, que conmemora el disco más laureado -junto al [i]Acthung Baby[/i]-, empezó en Latinoamérica. Miles de personas llegamos desde ocho horas antes, parados en la fila sobre la pista de la Fórmula Uno, platicando de experiencias y anécdotas de conciertos anteriores con los irlandeses. "Desde el Zoo TV que vengo a ver a U2", dijo uno. Otros fans siguen a la banda en su gira, como Paco y su padre, quienes estuvieron en el 360, en 2011, la última vez que llegaron a México; o Bridgitte, una francesa que ha subido en dos ocasiones al escenario.

A las 16 horas las puertas se abrieron. Nos acomodamos alrededor del escenario, del cual salía un árbol de Josué hacia arriba y hacia la cancha del Foro Sol. Las siguientes horas fueron de ansias. Los minutos se alargaban, parecía que nunca saldrían los irlandeses. Los vendedores elevaban (como la canción) los precios de la cerveza: un vaso de 700 ml. costaba 100 o 130.

Durante la espera a que iniciara el concierto, la pantalla de 50 metros de largo y 13 de ancho publicaba poemas que viajaban por momentos de la historia de Estados Unidos, con voces que le dieron a The Joshua Tree su personalidad, pero que también referían a la realidad política actual. La lucha por el sueño americano, la frontera de Armando Ríos, el racismo contra los migrantes, las condiciones sociales de los puertorriqueños. Gregory Corso en America Politica Historia, in Spontaneity, escribía: "habrá una oportunidad, ¡Todos seremos naranja! ¡No quiero ser naranja!" Un poema que se escribió muchos años antes de que Donald Trump se convirtiera en presidente.

"México is the shit", se leía en la chamarra de Noel Gallagher, quien con sus High Flying Birds telonearon el concierto. Los conciertos han cambiado con los smartphones. Las pantallas de los celulares graban a los artistas, pero impiden a los de atrás ver. El músico de Manchester tocó 45 minutos, pero fueron las últimas canciones las que preparaba al público para lo que se venía. Champagne Supernova, Little by Little, la coreadísima Wonderwall y Don't Look Back in Anger, dedicada a la Ciudad de México, tras el sismo.

Larry Mullen Jr. caminó por la pasarela hasta el escenario B. Tambores de guerra en la batería. [i]The Edge[/i] lo siguió con su guitarra eléctrica. "I can't believe the news today, I can't close my eyes and make it go away. How long, how long must we sing this song?", preguntó Bono. Adam Clayton en el bajo cerró el desfile. Con [i]Sunday Bloody Sunday[/i], U2 inició la gira por Latinoamérica. "No más Las Vegas, no más España", expresó Bono, sobre el domingo sangriento en la ciudad de los casinos, con más de 50 personas asesinadas en un concierto de música Country, y por la represión del Estado español contra los catalanes en el referéndum por la independencia.

U2 de regreso en México, bajo un cielo rojo sangre: New Year's Day. "Venimos a México para ser útiles en este momento", dijo Bono. En este momento, enfatizó el vocalista. También venimos para una ¡Inolvidable noche de rock!, dijo.

México necesitaba una catarsis. Liberarse. Dejar ir. [i]Bad[/i], del disco [i]The Unforgettable Fire[/i], una de las favoritas del público, necesitaba ser escuchada. "To let it go and so to fade away", coreamos. "Siempre hay algo que se deja para el amor: Gabriel García Márquez; el espíritu de la Ciudad de México nunca se romperá", dijo Bono. Y las luces se apagaron, pero una constelación de flashes se encendieron, mientras Bad seguía sonando. "Estamos despiertos, no dormidos". La piel se enchina con el Cielito Lindo, "canta y no llores", que acompaña a la guitarra de The Edge y la batería de Larry. Apenas era la tercera canción, pero U2 ya había conectado con sus fans.

(Pride) In the name of love siguió con el tercer álbum. Los “Oh, oh, oh, oh” de la gente acompañaron el “I have a dream de Martin Luther King Jr”., discurso cuyas letras se descomponían en la pantalla: sueño, libertad; las palabras se formaban de nuevo.

Rojo con The Joshua Tree en negro. El árbol con ramas que terminan en erizos. Rojo con las siluetas de Bono, The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen Jr., en negro.

La guitarra crece. Un estallido blanco, Bono salta en simultáneo. Desierto. Mojave. Una carretera sin nombre. El camino sin fin.

[i]"I want to run, I want to hide, tear down the walls that hold me inside. Where the streets have no name”.[/i] La gente salta.

Los coros continuaron con [i]I still haven't found what i'm looking for[/i], mientras en la pantalla se veía el árbol de Josué, imágenes de Anton Corbjin. Bono no necesitó cantar, ya que la gente lo hacíamos por él.

Con With or without you las parejas se abrazaban y besaban. Bullet the Blue Sky fue una revolución. Estadounidenses en la pantalla se ponían cascos sobre la cabeza. La destrucción del imperio, barras y estrellas, los dólares y el intervencionismo, cascabeles y murmullos. Guerra Civil en el solo de The Edge.

U2 tocó una de esas canciones que te transportan a otro lugar, a otro tiempo. Un poema musicalizado. "Singing ah, ah la la la de day, a da da da de day, ah la la de day". El aullido de dolor de Bono, las contradicciones de gritar sin alzar la voz, la ira de ella y la tormenta que se desata en sus ojos. Corre para estar quieta, Running to stand still.

Red Hill Mining Town concluyó con el lado A del álbum. Era momento de darle la vuelta al vinil. Lado B. In God's Country. El concierto se había convertido en un viaje hacia el Estados Unidos desértico. La música de los Montes Apalaches, el Gran Cañón, el viejo oeste, atardeceres naranjas y púrpuras. La inspiración musical del folk estadounidense con el Country. El árbol de Josué se pintó de naranja/rojo; Irlanda/México. "Los irlandeses y los mexicanos nunca nos rendimos, por eso una pelea entre boxeadores de esas nacionalidades no es 'bonita', es grotesca", expresó Bono. Por eso sacó la armónica para tocar Trip Through Your Wires, aunque no sepa cómo hacerlo.

"I'll see you again when the stars fall from the sky and the moon has turned red over One Tree Hill". Con esta canción Bono exigió que se detenga la violencia de las armas. La luna llena de la pantalla sangraba. El cantante gritaba el coro junto con el público.

Trump, el hombre que quiere construir un muro para que los salvajes queden fuera de un pueblo del viejo oeste. La película de los años cincuenta que se proyectó en la pantalla predijo el futuro, nuestro presente. Exit. Guitarra de The Edge y bajo de Adam Clayton. La pantalla mostraba a los músicos con distintos efectos de cine, distorsiones, luces, blancos y negros.

En 1987, U2 escribió la canción Mothers of the Disappeared para condenar la desaparición de personas en El Salvador. El problema extendido a toda Latinoamérica: Argentina, Chile, México han sufrido y sufren por las desapariciones forzadas. Las madres de la Plaza de Mayo, el Estadio Nacional -donde se presentarán en unos días- Ayotzinapa, y las fosas comunes. "Midnight our sons and daughters cut down and taken from us. We hear their hearbeat, hear their hearbeat". En la pantalla, 16 madres soplaban velas por sus hijos desaparecidos. The Joshua Tree se apagó.

Beautiful Day. Un arcoiris. El viaje por el monolito en 2001: Odisea en el espacio. Un corazón que florece. Beautiful Day, otra vez el público cantó solo y con su voz llenó el Foro Sol. El planeta Tierra aparece en la pantalla, la noche luminosa. Elevation. El avión despega y sentimos que nuestro estómago se contrae, el objetivo es elevarse, volar tan alto. Vértigo, aunque Bono ha dejado atrás sus acrobacias, siguen encendiendo a la gente. Rojo y negro, lecciones de español, un lugar llamado Vértigo.

Mujeres. You're the best thing about me, canción recién estrenada, abría con más arcoiris el encore final, dedicado a las mujeres. Ultraviolet (Light my way) llenó la pantalla de imágenes de mujeres y movimientos feministas alrededor de la historia del mundo. Aparecieron las mexicanas Frida Kahlo, la comandanta Ramona, Carmen Aristegui, Sor Juana Inés de la Cruz, Rosario Castellanos y el movimiento #NiUnaMenos. La otra dedicatoria fue a los héroes de los terremotos recientes. A una ciudad llena de héroes, dijo Bono.

"Este país ha sufrido mucho en las últimas semanas, pero a lo largo han demostrado que no existe nada que no puedan hacer cuando trabajan juntos, como uno". One; la gente, otra vez, cantó sin que el irlandés lo hiciera y, de nuevo, la constelación de los celulares.

The Joshua Tree se tiñó de verde, blanco y rojo. Calendario Azteca y la bandera de México. El espíritu inquebrantable.

Y faltaba una más. [i]Ojos españoles, Spanish Eyes[/i], solo tocada en vivo hace 30 años en España. U2 fue útil e inolvidable.


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