Jorge Caballero
La Jornada Maya

Ciudad de México
Viernes 11 de agosto, 2017

La cineasta, escritora y productora alemana Doris Dörrie mencionó en entrevista con La Jornada: “Estoy muy orgullosa de Angela Merkel, pero en mi país mucha gente tiene la percepción de que los migrantes causan mucho daño.

“Me inquieta que tengan miedo de los extranjeros; para mí es completamente ridículo, porque son muchos, pero no son tantos. Alemania es un país rico y tiene espacio como para recibir a todos. He pensado hacer una película sobre esta idea; por lo pronto escribí una novela, un cuento de hadas, una especie de Hansel y Gretel, sobre dos niños sirios refugiados en Alemania.”

Dörrie se encuentra de visita en México invitada por la Muestra Internacional de Cine de Género (MICGénero 2017), que dedicó una retrospectiva a su obra cinematográfica y en la cual impartió un taller de escritura creativa en la Cineteca Nacional el pasado lunes y martes.

Para Dörrie, la migración es natural y enriquece la cultura de un país.

Filmes de Doris Dörrie, como [i]La peluquera[/i] (2010), [i]Cerezos en flor[/i] (2008) y [i]Desnudos[/i] (2002), podrían catalogarse a simple vista como gestos de humor y superficiales; sin embargo, revelan la manera en que la directora alemana se ha sumergido en distintos procesos creativos que atraviesan de primera mano su escritura y su interés por el fenómeno migratorio.

[b]"Fue un horror filmar en Hollywood"[/b]

Sobre el tema de Siria refirió que ya tiene un guión, pero resultaría muy caro filmarlo, ya que en éste aparece un monstruo. “No podemos hacer una película como en Hollywood, porque hacer cine con efectos especiales en Alemania es demasiado costoso. Y, francamente, cuando fui a Hollywood para rodar [i]Yo y Luigi[/i], película anarquista sobre un hombre y su pene, basada en un cuento de Alberto Moravia, resultó un horror. Ese filme resultó demasiado para los estudios”.

La valía de las aportaciones que Doris Dörrie dejó con taller son tan generosas y sutiles como su discurso fílmico.

Durante esos días, los asistentes recorrieron de la mano de la autora una serie apropiaciones de método para quienes guardan una relación íntima con su escritura. Cómo encontrar una voz propia y cómo vencer las barreras, sobre todo autoimpuestas, al momento de escribir, son dos inquietudes que Doris Dörrie propone repensar: “En este taller aprendimos a encontrar una voz de escritura e inspiración. En un proceso detallado aprendimos a no temer a una página en blanco, cómo inspirarnos cada día y a silenciar al crítico interior que nos dice que somos incapaces de escribir.

“Fue fantástico. Es un taller que he dado en varias partes del mundo y siempre hago el mismo ejercicio: los participantes tienen que hablar sobre comida, algo básico para todos.

“La comida tiene implicaciones privadas, asociaciones políticas, económicas, religiosas… todas. En este taller de la Cineteca Nacional escribimos sobre el aguacate, desarrollamos una mandala desarrollando historias personales y privadas, pero también muy políticas, incluso del narcotráfico… por ejemplo, de mi lado hubo una historia muy divertida, porque escribí sobre el aguacate hass, y en cada papelito que trae el aguacate dice ‘aguacate hass’, y la palabra hass en alemán es odio; entonces, cada aguacate dice ‘odio’; es un detalle, únicamente.”

Dörrie contó que en sus talleristas mexicanos encontró que tienen una manera de comunicación “muy directa y abierta, muy distinto a otros países. Además tienen la voluntad de compartir historias íntimas y personales.

Siempre me encanta comunicarme con la gente en México, me toca, no lo experimento en otros países. A veces se necesita a un extranjero para que mencione las maravillas de este país.

Sobre este punto, agregó: Otra de las cosas que he visto en México es que el arte viene del pueblo, muy diferente de Europa, donde está conectado con la arrogancia; aquí el arte viene del pueblo y hay que cuidarlo. He sido profesora de guión durante 20 años; los estudiates de ahora no van al cine, pero todos están viendo series estadunidenses.

Finalmente, Doris Dörrie reflexionó: “Veo muchas series televisivas; la industria estadunidense de televisión está en una época de oro. El imperialismo cultural de Estados Unidos ha logrado un fin en todo el mundo: en cada rincón del planeta se puede discutir una serie como [i]Orange is the New Black[/i]; está por verse si asistimos al fin de la industria televisiva local. Es algo que me inquieta, hace un mes enseñé en África a varias personas del Congo, de Nigeria, Ghana, Tanzania, Kenia… las únicas películas que podíamos discutir entre nosotros eran las series de Netflix. Dentro de pocos años todos, alemanes y mexicanos, estaremos hablando inglés”.


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