A una semana de haber regresado a clases presenciales, el colegio Cocomo Montessori, ubicado en la colonia Condesa de la Ciudad de México, confirma que un sistema de prevención en el que toda la comunidad se involucre es la mejor arma para disminuir al máximo el riesgo de contagio Covid-19.
Y es que se trata de un trabajo en el que participan tutores, personal educativo y alumnos con el compromiso de cuidarse unos a otros para garantizar que los estudiantes tengan en la escuela un espacio seguro y puedan continuar su educación con las herramientas sociales que los pequeños de entre 3 y 12 años de edad requieren.
“Los niños de educación básica todavía están en una etapa del desarrollo en el que las relaciones sociales con sus pares están desarrollándose y están aprendiendo a convivir en una sociedad, están aprendiendo a convivir con adultos que no sean sus padres o familia directa. Esto no se puede lograr por vía virtual, es muy importante que los niños tengan herramientas sociales que no pueden conseguir a través de una plataforma digital”, señaló Sharhí Mijares Arroyo, directora del colegio.
Para realizar el regreso a clases de forma presencial, las familias de los alumnos se comprometieron a respetar el estricto protocolo que incluye presentar pruebas negativas de Covid-19 de los estudiantes, quienes también deben pasar por el filtro sanitario donde se les mide la temperatura, se les proporciona gel antibacterial y se realiza en cambio de calzado.
El colegio Cocomo Montessori mandó a fabricar cubrebocas especiales para cada día de la semana para todos los alumnos y se diseñaron espacios para garantizar la sana distancia. Con estas medidas es posible que los estudiantes tomen clases presenciales de lunes a viernes de 9 de la mañana a 1 de la tarde.
“Somos una comunidad pequeña y cada salón tiene de 15 a 20 niños, quienes también están muy conscientes de la situación, lo que ayuda a que cada quien cumpla con su responsabilidad”, destaca Mijares Arroyo.
El reto de la hora del almuerzo se enfrenta con espacios controlados y tiempos cortos.
“Cada alumno almuerza en el lugar donde trabaja y no tiene posibilidad de compartir su lunch con sus compañeros. Son 20 minutos destinados para comer y se solicitó a los padres que manden comida práctica, además cuando le planteas a los niños la realidad de las cosas y las consecuencias que habrá, ayuda a que ellos lo hagan todo más fácil”, comenta la directora.
Para reforzar la protección de la comunidad, todo el personal escolar y sus familias demostraron contar con el cuadro completo de vacunación contra el Covid-19.
De los 92 menores matriculados, sólo el 15 por ciento continúa en el esquema de clases a distancia por distintos motivos que priorizan la protección de la comunidad.
Sharhí Mijares Arroyo sugiere que cada escuela analice las posibilidades que tiene para crear espacios seguros para su personal y para los estudiantes antes de implementar un regreso presencial.
La directora destaca que la pandemia no debe evitar el desarrollo de los menores en educación básica, pero siempre debe anteponerse el cuidado y protección de los estudiantes.
“Se nos está olvidando que el contacto humano, el contacto persona a persona es sumamente importante para el desarrollo en el periodo básico. Las herramientas sociales no se van a dar de manera virtual ni dentro de la casa con los padres todo el tiempo a un lado. Es importante que los chicos salgan a la vida a resolver cosas, pero nunca bajo un esquema de riesgo para los niños”, alertó.
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