Reciclaje, un círculo virtuoso en el que todos somos necesarios

PetStar, la planta de reutilización de PET grado alimenticio más grande del mundo es mexicana
Foto: Mirna Abreu

En la gran crisis ambiental que genera la contaminación por plásticos, ¿eliges ser parte del problema o de la solución? Aunque hay maneras de reducir el uso de empaques desechables, lidiar con su desecho cotidiano es un gran reto que debemos asumir ciudadanos y empresarios por igual.

Para poder ayudar, los consumidores sólo tenemos una sencilla pero crucial tarea: vaciar, aplastar, cerrar y depositar los desechos plásticos correctamente. No es necesario lavarlos, porque eso supone un gasto inútil de agua; tampoco retirar etiquetas y tapas, pues éstas también son aprovechadas para la fabricación de otros materiales como cajas de refresco, fibras textiles, escobas y hasta zapatos.

 

 

La siguiente responsabilidad la tienen las compañías que colocan los plásticos en los anaqueles. Justo ahí, a la vanguardia global, está PetStar, la planta de reciclaje de PET grado alimenticio más grande del mundo, orgullosamente mexicana, y que opera un exitoso modelo de negocio basado en la economía circular con el que forja valor social, ambiental y económico.

PetStar tiene ocho plantas de acopio en México -una de ellas en Umán- y sus centros de recepción de materiales de desecho se cuentan por decenas en el país, incluyendo los tres estados de la península de Yucatán.

 

Foto: Mirna Abreu

 

La empresa, que en 2011 fue adquirida por la Industria Mexicana de Coca-Cola, recicla más de 3 mil 200 millones de botellas al año, que en peso equivalen a 90 mil toneladas y en volumen serían suficientes para llenar 2.4 veces el Estadio Azteca o 14 veces el Kukulcán Álamo, sede de los Leones de Yucatán.

 

Foto: Mirna Abreu

 

El negocio de PetStar genera 70 mil empleos directos e indirectos al año en México y permite a sus accionistas -entre los que se encuentra Bepensa- recuperar siete de cada 10 botellas que ponen en el mercado, contribuyendo a la sustentabilidad ambiental. La meta para 2030 es que sean 10 de 10, señala Agustín Menéndez Reyes, gerente de Asuntos Corporativos de la embotelladora que opera en Campeche, Yucatán y Quintana Roo.

 

Lee: QRoo: Bepensa se une con Farmacias Yza para reciclar PET

 

A propósito del Día Mundial del Reciclaje, que se conmemora este 17 de mayo, La Jornada Maya visitó tanto la planta de acopio como la de reciclaje de PetStar, ambas ubicadas en el Estado de México.

 

Foto: Mirna Abreu


El reciclaje parte de una decisión de consumo

El círculo virtuoso del reciclaje comienza en los anaqueles, donde el consumidor elige el artículo envasado en plástico; los de PET (Tereftalato de Polietileno) son identificados en la base del recipiente con un número 1.

 

Foto: @jusaeri

 

Valor social y económico que alcanza a la pepena

Una vez que el envase es desechado, entran en acción los recuperadores y pepenadores, quienes se convierten en socios de PetStar en el acopio de los residuos.

Para ellos existe el modelo de “recuperación inclusiva”, que integra más de mil 500 MIPyMES y a cuyos trabajadores ofrecen beneficios económicos justos, además de pronto pago, de manera que la actividad los dignifique y les resulte rentable.

 

PetStar/Mirna Abreu

 

Una de las condiciones para formar parte del programa Modelo de Acopio Inclusivo PetStar (MAIP) es que el suministro sea libre de infancia trabajadora, es decir, que no participen niños en el proceso, y para ello realizan constantes auditorías.

 

PetStar/Mirna Abreu

 

Como parte del valor social, unos 900 niños y niñas, hijos de pepenadores de base en Jalisco, San Luis Potosí y Estado de México, son beneficiados con los tres programas educativos que les permite ser atendidos mientras sus padres trabajan.


Un viaje que inició en la Botelloteca

Por invitación de Bepensa llegamos, en primera instancia, a la planta de acopio de Toluca, para conocer de primera mano todo el proceso de economía circular en el que se basa el modelo de negocio de PetStar.

 

Foto: Mirna Abreu

 

Nada más en esta instalación reciben, procesan y trituran 350 mil botellas por hora, es decir, 8.4 millones al día. Estas cifras dan cuenta de la cantidad de agua y refresco que se consume en México: “Considerando que hay meses en que el clima es más cálido, la recolección y procesamiento puede aumentar", apunta Ximena Martínez, gerente de Comunicación de PetStar.

 

Foto: Mirna Abreu

 

El recorrido comienza en la Botelloteca, un laboratorio donde son evaluadas las botellas de plástico que circulan en el país y clasificadas con un semáforo según el grado de reciclabilidad de cada material.  

 

 

Ya en campo es posible ver la entrada de los camiones que luego de ser pesados pasan a la descarga de las botellas; éstas ingresan por una banda mecánica al búnker donde en un primer proceso de segregación hecho por humanos son separadas por tipo de polímero y color: las azules y transparentes son utilizadas para reciclaje de grado alimenticio, mientras que las de otros colores se separan como materia prima de productos no comestibles.

 

 

De acuerdo a su color son procesadas en la máquina compactadora, que cada 40 minutos produce una paca de 500 kilogramos con entre 10 y 14 mil botellas cada una.

 

 

Foto: Mirna Abreu

 

Este proceso funciona igual en las otras siete plantas de acopio de Guadalajara, Umán, Monterrey, Acapulco, San Luis Potosí, Querétaro y Ecatepec, donde sólo salen las botellas de PET alimenticio que viajan por tierra a la planta de reciclaje -única del país- en el parque Industrial de San Cayetano, en el Estado de México.

 

 

En el recorrido por esta segunda instalación vimos como cada paca cumple un nuevo ciclo de 20 pasos: la primera fase se resume en descompresión de los paquetes, prelavado de envases, detección y eliminación automática de aquellos que tuvieron contacto con sustancias contaminantes.

 

 

En la segunda etapa sí intervienen humanos: antes de pasar a la molienda, seis personas -hombres y mujeres en turnos de tres horas– participan en la revisión manual de cada recipiente que luego va a una especie de licuadora gigantesca que lo convierte en hojuelas.

 

Foto: Mirna Abreu

 

Después de un nuevo lavado las hojuelas pasan a las máquinas de secado, homogeneización, detallado y silos de almacenamiento.

 

Foto: Mirna Abreu

 

Posteriormente viene la extrusión, peletización y policondensación que son los procesos químicos donde se funde y moldea el plástico para ser convertido en gránulos o “pellets” que derivarán en nuevos productos plásticos.

 

Foto: Mirna Abreu

 

Foto: Mirna Abreu

 

Así finaliza una vuelta del círculo del reciclaje, en el que las botellas de plástico que cada individuo elige desechar adecuadamente son mantenidas dentro de la economía y fuera del medio ambiente.

 

 

 

Sigue leyendo: Invertirán 90 mdp para duplicar la capacidad de PetStar en Yucatán

 

Edición: Estefanía Cardeña


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