A 71 años de su descubrimiento, la lápida de Lakamha’, K'inich Janaab' Pakal, poderoso gobernante maya de Palenque, Chiapas, es sometida a diversas pruebas con el fin de mejorar su estado de conservación.
La pieza, que data del año 683 de Nuestra Era, fecha en la que falleció el gobernante que alcanzó las ocho décadas de vida, se encuentra en buen estado de conservación, sin embargo, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) comenzará a abordar algunas condiciones que pueden dañar la estructura.
Se trata de una lápida de 3.80 metros de largo, 2.20 metros de ancho y 25 centímetros de espesor, en cuya iconografía narra la vida de Pakal y sus ancestros. Además, también ilustra el descenso del gobernante al inframundo para renacer convertido en una deidad del maíz.
El INAH atiende esta losa a mil 340 años del fallecimiento de Pakal como parte del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza), que deriva de la construcción del Tren Maya.
Los estudios están encaminados a la limpieza físico-química de la lápida para abordar las manchas causadas por las deyecciones de los murciélagos que habitaron la cripta mientras estuvo sellada y otras marcas causadas por la filtración de agua de lluvia en el complejo funerario.
La restauradora Haydeé Orea Magaña y el químico Javier Vázquez Negrete coordinan la restauración con Jorge Coraza Borjas y Karen Limón Torres, también restauradores. El equipo usa compresas de algodón, pulpa de celulosa, arcillas y geles especiales para realizar la limpieza de la lápida.
La tumba de Pakal se encuentra en el Templo de las Inscripciones, dentro de la zona arqueológica de Palenque, en Chiapas, y los investigadores trabajan a temperaturas de 25 o 28 grados con una humedad que va de 98 a 100 por ciento.
Tras la toma de muestras, el equipo presentará una propuesta de limpieza considerando incluso el paleoclima y cómo ha variado el medioambiente de la tumba a través del tiempo y con el calentamiento global.
Estas investigaciones además ayudarán a conocer sobre la policromía de la ciudad maya de Palenque y a confirmar algunas teorías de los científicos que dicen que existe un patrón de tonos rojos en los exteriores y tonos negros en los interiores, los cuales probablemente también están presentes en la lápida.
“Aunque hoy en el monumento predomina el tono claro de la piedra caliza, en aquel año 683, su composición pudo ser bicromática, explica el INAH.
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