Sergio Ocampo Arista
El obispo emérito de la Diócesis de Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, dijo que perdona "a todas las personas que me han hecho daño por los hechos de los que he sido víctima, así como a aquellos que me han revictimizado producto de la desinformación”.
En su primera declaración pública después de que el pasado 27 de abril se denunció su desaparición en Cuernavaca y dos días después fue localizado en el hospital general José G. Parres, de esa ciudad, expresó que “en ejercicio de mis derechos constitucionales, no presentaré ninguna denuncia contra las personas que tanto mal me han hecho.
"Y pido a los medios de comunicación me comprendan y respeten mi decisión encaminada al bien de mi seguridad e integridad física y moral”, agregó.
La mañana de este miércoles el prelado difundió un comunicado en el que expuso: “Yo, Mons. Salvador Rangel Mendoza, obispo emérito de la Diócesis de Chilpancingo-Chilapa, me dirijo a todo el pueblo de Dios a través de este comunicado para informarles".
“Después de haber hecho oración, meditado profundamente y de haber consultado con mis seres queridos, tanto del clero como laicos y, en razón de que lamentablemente mi vida, edad y mi salud están en condiciones desfavorables, siguiendo los principios evangélicos de nuestro señor Jesucristo, que perdono a las personas que lo traicionaron, lo vendieron, lo juzgaron, lo torturaron y lo asesinaron, con todo mi corazón perdono a todas las personas que me han hecho daño por los hechos de los que he sido víctima, así como a aquellos que me han revictimizado producto de la desinformación.
"Agradezco infinitamente a todas las autoridades, tanto legales como eclesiásticas, que han colaborado en este caso, y de manera muy especial al mtro. Luis Gasca, quien ha sido mi abogado”.
"Agradezco a todas las personas que se han solidarizado conmigo. Mi especial gratitud a todos aquellos que hicieron oración por mi vida y por mi pronta recuperación”, concluyó el comunicado.
En Chilpancingo, el sacerdote José Filiberto Velázquez Florencio, director del Centro Minerva Bello, quien junto con el obispo Rangel Mendoza logró un acuerdo con los grupos delincuenciales para pacificar la capital y otras ciudades, dijo que “es respetable la posición del señor obispo, si antes perdonó a los líderes de estos grupos, hoy hace lo mismo, ese es el papel de quienes servimos a la iglesia, al pueblo”.
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Edición: Estefanía Cardeña
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