Colectiva Rosa Luxemburgo, 10 años dignificando el trabajo de las mujeres de maquila en Ciudad Juárez

Esta industria que ha logrado sobrevivir a través de la precarización laboral
Foto: Ap

Las historias de las trabajadoras de maquila comienzan a ensamblarse, pero esta vez no es para manufacturar un producto, sino para la dignificación de este oficio en una industria que ha logrado sobrevivir a través de la precarización laboral, principalmente de las mujeres. Bajo esta premisa nació la Colectiva Rosa Luxemburgo, conformada por y para las trabajadoras de maquila, que este año cumple 10 años de ardua labor en Ciudad Juárez, una de las regiones más industrializadas de México.

Como muchas personas que pertenecen a sectores sociales vulnerados, Mireya Meza comenzó en la maquila a los 17 años, mientras Betty Ávalos entró a trabajar a los 15 años falsificando su acta de nacimiento, “en ese entonces no había la tecnología que había ahorita, ¿verdad? Así que en tu acta (de nacimiento) le cambiabas el año, por ejemplo, yo nací en 1973, así que le tuve que poner que yo era del 72, le saqué una copia sobre otra copia y así entregué, era muy común. Además, era un secreto a voces, porque te aceptaban sin más presentando tus papeles y mientras dijeras que tenías 16 (años de edad)”, detalla Betty Ávalos, quien además de tener más 30 años de experiencia en este campo, también es fundadora de la colectiva juarense que busca visibilizar las condiciones laborales en la ciudad.

Contratar jóvenes y más siendo menores de edad le daba -y le sigue dando- a la industria una ventaja: mano de obra activa con poca consciencia sobre sus derechos, entonces, como a muchos obreros, a Betty Ávalos le tomó tiempo darse cuenta que lo que ocurría dentro de estas plantas no se trataba de oportunidades para crecer laboralmente ni de desarrollo social, sino de un empleo precario que no por trabajar más le retribuía mayores ingresos. “El primer día que entré a la maquila quería llorar, era un mundo, ves la maquinaria y el genterio, y van y te tiran tu rollo. Yo estaba muy asustada, con ganas de salir corriendo porque está todo cerrado, todo mundo siempre apurado, fue un gran impacto, pero dije ‘ya estoy aquí’”. 

 

Foto: Colectiva Rosa Luxemburgo

 

Toma de consciencia 

“Tengo un aproximado de 20- 25 años viviendo en la ciudad (...) cuando mi familia y yo emigramos para acá, para Ciudad Juárez, al igual que muchos, veníamos con esperanza. El decir ‘ya no me voy a trabajar en el campo porque las jornadas son súper largas, y me voy a tener un techo donde me van a dar comida, donde me van a pagar, donde me voy a sentir mejor’. Entonces, mi estancia o el estar aquí me dio a notar más cosas que no eran ciertas a nivel operador, como trabajador. Dentro de la maquiladora mis preguntas como mujer trabajadora eran decir, ‘bueno, ¿esto es normal?’. Ante el mundo del trabajo, yo -como mujer- el enfrentarme tal vez a pozos, a situaciones de riesgo de trabajo, el sumergirme también y olvidarme un poco de tener familia en el sentido de que tenía que quedarme a trabajar mucho tiempo extra. Empiezo a trabajar desde los 17 años, fue mi primer trabajo, entonces lo que me hizo fue hacerme un chorro de preguntas y en ese andar fue encontrarme y rencontrarme con personas que igual se iban haciendo esas preguntas, entonces se optó por juntarnos y empezamos a hacer un grupo donde se nos concientizó y nos empezaron a dar herramientas para nosotros (...) yo creo que desde ahí empieza como la conciencia”, cuenta Mireya Meza, quien conforma también la colectiva Rosa Luxemburgo. 

El estado de Chihuahua, uno de los más industrializados del país, también es considerado el de mayor índice de violencia laboral contra las mujeres, con 37.8 por ciento de incidencia, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Asimismo, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), a través de su Monitor de la mujer en la economía, recaba por este mismo hecho una tasa de 38.8 por ciento de registro.

 

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No por nada las integrantes de la colectiva Rosa Luxemburgo son referente en la defensa de derechos laborales en Ciudad Juárez, una región donde se ve naturalizada la suplementación alimenticia para soportar las jornadas de 12 horas en turnos nocturnos, así como el ofrecimiento de métodos antifecundativos de los patrones a las empleadas con el objetivo de que no se embaracen durante el tiempo que trabajen para la empresa, así como la constante aplicación de pruebas de embarazo en mujeres obreras para constatar que no maternen lo que dura su contrato.

 

Un centro con visión “de a pie”

Por eso fue que tras cuatro años en la maquila y cumplidos los 20 años de edad, tanto Mireya, Betty, Cecilia y otras de las compañeras que fundaron la colectiva, empezaron a reflexionar sobre las dinámicas laborales a las que estaban expuestas. “Comenzamos pidiendo mejoras en las empresas donde trabajábamos, pero a la par armábamos grupos en las colonias, en los barrios, grupos de jóvenes para reflexionar sobre todo esto, y así duramos muchos años, nos articulábamos en mi casa, en la casa de sultano, no teníamos a nadie que nos financiara, y era así de ‘hay un problema, pues hay que resolverlo ya’, y después comenzaron a desaparecer las organizaciones obreras de aquí, que eran nuestras referencias y la gente comenzó a ubicarnos a nosotras, entonces pensamos ‘bueno, ¿y ahora qué vamos a hacer? Porque la problemática sigue’, y así tomamos la decisión de que ahora nos tocaba a nosotras ser ese referente (...) siempre trabajamos desde abajo y así teníamos resultados, pero nos dimos cuenta qué había más por hacer y ahí es donde entra el papel estratégico de la colectiva de convertirnos en una figura jurídica y dentro de nuestros logros es ahora contar con nuestro centro de acompañamiento para personas trabajadoras” 

“Nosotras tenemos una visión muy clara de que la constitución legal de la colectiva es solo un medio para un fin, nosotras no quisimos conformar una asociación civil para tener una oficina y estar aquí todo el día, para nosotras esto es una medio para hacer las cosas que realmente queremos hacer, que es estar con las mujeres porque nosotras somos mujeres trabajadoras y así nos seguimos concibiendo aunque en este momento ya estemos cumpliendo otras funciones (fuera de la maquila) y parte del porqué conformarnos y abrir el centro fue porque justamente cuando nosotras trabajábamos en la maquila hubiéramos querido que alguien nos apoyara para hacer cosas, porque a veces no se podía porque ni siquiera teníamos quién nos diera respuesta a nuestras dudas y entonces acabábamos haciendo poco o nada, pero para eso tenemos que estar siempre en la base”, describió Ávalos, quien considera importante que los horarios de las dependencias y organizaciones que atienden el tema laboral deben ser extendidos entendiendo que las trabajadoras de maquila se exponen a largas jornadas y cuando salen y buscan asesoría legal, no encuentran ninguna oficina abierta. Ante ello, el objetivo de la Colectiva Rosa Luxemburgo será abrir sus puertas y llegar a cada mujer que busca la dignidad en su lugar de empleo.

 

Edición: Estefanía Cardeña


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