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Rulo Zetaka
28/07/2025 | Mérida, Yucatán
El pasado 9 de julio, la autora colombiana María del Mar Ramón, concedió una entrevista a La Jornada Maya para platicar sobre su novela La memoria es un animal esquivo (Hachette Livre, 2025) y los conceptos que orbitan su trabajo creativo. La autora radicada desde hace más de una década en Argentina ha publicado también recientemente un libro de ensayos en México titulado Coger y comer sin culpa (u-tópicas, 2024).
Arrancamos la conversación con la autora en torno a uno de los temas centrales, la memoria. María del Mar Ramón es contundente, plantea que la memoria es ficción. “No soy la primera en decirlo, para mí la clave es que las formas de recordar son subjetivas, son volubles y son móviles. Creemos que lo que recordamos es estático porque lo que recordamos nos conforma de maneras en las que no podemos elegir. Creemos que sí, pero no es así. Esa es la característica juguetona e inestable de la memoria, a mí me gusta pensar que lo que recordamos está modificado por distintas cosas, por los sesgos que nos construimos".
Para la construcción de estos sesgos los seres humanos nos hacemos historias de nosotros mismos y durante la conversación con la autora abordó el rol preponderante de las familias en la construcción de la identidad individual y la memoria que se comparten a través de las disputas. “Creo que todo el conflicto de la novela, y todos nuestros conflictos familiares, se resolverían si pusiéramos en común el ejercicio de la memoria, pero resulta que en nuestras vidas personales no nos resulta interesante hacer este ejercicio colectivo familiar de poner en común.”
Y es que la memoria y la ficción no se construyen de manera individual. John Berger, en su conversación con Ryzsard Kapuscinski en Los cínicos no sirven para este oficio (Anagrama, 2000), señala que los relatos construyen relaciones sociales, y no pueden concebirse como algo individual, sino que, al ponerse en común se dotan de sentido.
María del Mar Ramón prosigue reflexionando en torno a la memoria y la ficción: “poner en común nuestras ficciones, es poner en común nuestras narrativas, y, como mínimo, nos enfrenta a la realidad de que nuestro recuerdo sobre una situación que nos marcó no es único; y creo que ahí es donde estaría una segunda parte sintética de que nuestra memoria es una ficción, pero además no es la única sobre una misma situación. Eso nos lleva a pensar la memoria en términos políticos y colectivos pero no la asociamos a nuestro propio pasado.”
A la pregunta ¿por qué tener la memoria al centro? la autora nos dice que “trabajar con la memoria fue involuntario. El germen de la novela fue la imagen de un hombre (mayor) que vuelve a una casa tomada por la naturaleza. Me interesaban mucho los conflictos de hermanos.”
Estos conflictos la hicieron pensar en su propia familia y contarnos que es inherente pensar en la experiencia de vida propia en la creación de una historia. Como la casa de los espejos la realidad dialoga todo el tiempo con las ficciones que se construyen y es que María del Mar Ramón también miró los conflictos familiares en su entorno y las emociones que estos remueven. “Yo tengo hermanos a los que amo con mucha intensidad, pero también siento un estado primitivo de mis emociones, no me comporto con nadie como me comporto con mis hermanos: me retraen a tener 6 años.”
Su novela está protagonizada por un pintor frustrado de 70 años, ha vivido toda su vida mirando sus recuerdos e instrumentalizándolos. María del Mar dice que su intención era “que este personaje volviera a su conflicto de familia, buceando cuál es el problema que uno tiene con sus hermanos. Responder esa pregunta disparadora era un poco el motor de la escritura y un poco la respuesta a esa hipótesis: el problema de estos hermanos es que recordaron de forma distinta eventos fundacionales de la vida de cada uno.”
Mirando en la construcción de sus personajes, la autora nos contó también de su interés en el estudio informal de los hombres, a quienes ha observado y narrado en sus ficciones, aunque en este libro es la primera vez que se decanta por verlos en primera persona. Y es que hay algo que compartimos sin mediar identidad de género, María dice que tiene “mucha fascinación la idea de que no tenemos sentimientos diferentes los hombres y las mujeres, ni las personas queer o trans. Las tenemos en el mismo intervalo, pero hay emociones que se nos castigan y otras que se nos fomentan.”
Por ello hace una apuesta política sobre la construcción de sus personajes, para mirar este intervalo de emociones quiere hacer relatos que le permitan a las lectoras y lectores “empatizar y poder escuchar a esos personajes que es lo único que te permite poder escucharlos y darles una voz real. Cuando me siento a escribir a este personaje, no lo estoy juzgando, no lo puedo juzgar.”
Esto lleva a un lugar mucho mas interesante para la autora, cuando se leen sus textos serán quienes poseen la mirada en las letras quienes sacarán conclusiones y construyan la moralidad en los actos de los personajes. Por ello apuesta a un interés en su narrativa que se orienta por “poner a las lectoras y a los lectores incómodos con sus percepciones morales, que el personaje haga cosas horribles y uno diga, ojalá le vaya bien, ojalá terminen bien, y poder identificarse con las partes más oscuras de una persona.”
Mientras la entrevista sucede su perra interrumpe la narración metiéndose en la videollamada, luego de prestarle la atención regresa para contarnos que está actualmente dando talleres virtuales en la plataforma talleres de bolsillo, y también haciendo difusión de La memoria es un animal esquivo. María del Mar Ramón no retrocede en su apuesta por hacer de la entrevista una conversación y aprovecha hasta el último minuto para compartir su perspectiva sobre la escritura.
Cerrando la conversación nos revela su pasión con la escritura “escribir es lo único, y es lo más importante. El momento, la felicidad, y el misterio de escribir es lo que más disfruto. Disfruto mucho cuando estoy absolutamente obsesionada con la escritura de una novela, con un trabajo en largo aliento donde me meto y soy feliz.”
Y le dedica sus últimas ideas de la conversación al milagro de la lectura y de quienes le han dedicado tiempo a leer su obra. “No podemos olvidar el hecho de que una sola persona haya dedicado parte de su vida a leer algo que escribiste es un milagro y es hermoso, es un honor y es un enorme privilegio, y no es normal, no es la condición de vida de la mayoría de las personas, es una enorme responsabilidad y es un regalo tremendo".
Edición: Ana Ordaz