Huérfanos por feminicidios en México, a la deriva; no se sabe ni cuántos son

Faltan registros oficiales que contabilicen los casos y medidas claras de apoyo sicológico
Foto: Efe

Regina Solórzano Alderete/ Segunda y última parte

En el país no existen registros oficiales sobre cuántos menores –ni de qué edades– han quedado en situación de orfandad a causa de la muerte violenta de las mujeres por razones de género, afirma María de la Luz Estrada, directora del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF). Además, señala que tampoco hay datos que indiquen cuántos de estos casos corresponden a contextos en los que el agresor es el padre de los hijos de la víctima.

En entrevista con La Jornada, la activista afirma que no se tiene, además, claridad sobre las medidas que deben establecerse para evitar el riesgo de trauma y garantizar el desarrollo de los menores, a pesar de que en agosto de 2021, la Secretaría de Salud y el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia publicaron el Protocolo nacional de atención integral a niñas, niños y adolescentes en condición de orfandad por feminicidio.

"No existe un modelo que detalle el tratamiento para brindarles atención integral a los menores; no vemos que se hagan planes reparatorios integrales que realmente los apoyen a salir adelante", advierte.

La hija de Fernanda Rivera

"¡No me hablen de ese señor, lo odio con toda mi alma! ¡Quítenme este apellido, no quiero saber nada de ese animal!", así se ha expresado L.P., de nueve años, de su padre, quien se encuentra vinculado a proceso por el presunto feminicidio de su mamá, Luisa Fernanda Rivera Aguilar.

A más de un año del crimen, ocurrido el 9 de junio de 2024 en Irapuato, Guanajuato, la familia de Fernanda aún exige justicia. Su madre, Maribel Aguilar, cuenta a este diario que cuando a L.P. le dijeron que su mamá se cayó de las escaleras, se pegó en el cuello y falleció, no lo creyó, y no paró de gritar entre llantos: ¡Seguro fue Édgar, seguramente él la aventó!

Y así se lo confirmaron los peritos del Servicio Médico Forense (Semefo), quienes le revelaron: "su hija no se suicidó, murió por estrangulamiento y asfixia. No se quitó la vida, se la quitaron".

Cuenta Maribel que aquel domingo le llamó Édgar N para decirle que Fernanda se encontraba mal emocionalmente, cuando la pareja tenía una semana de haberse separado. "Al colgar el teléfono me envió una fotografía de un fragmento de cuerda tirado en la escalera de la casa de mi hija", con el argumento de que ella misma se lo habría enviado a él, después de "correrlo" de su domicilio.

Alarmada, se trasladó al inmueble acompañada de otra de sus hijas y de un yerno. Tocaron incontables veces y nadie les contestó. "Golpeamos una ventana con el palo de una escoba y mi hija no nos respondía, pero se escuchaba música", narra con desesperación.

Tuvo que llamar a Édgar N para que, con la copia de las llaves abriera la puerta. “Cuando mi hija que me acompañaba entró, lanzó un fuerte grito, y yo corrí directo a Fer para tratar de quitarle la soga y cargarla… Empecé a darle respiración de boca a boca. Mi yerno la cargó, la puso en el piso, y yo le seguí dando respiración de boca a boca. Édgar nunca entró a la casa, se quedó parado viendo desde la puerta”, recuerda con dolor Maribel.

El presunto feminicida tampoco asistió a los servicios funerarios. En cambio, acompañado de su familia se presentó al sepelio, donde "armó un escándalo". Con la voz quebrada, Maribel relata que durante el entierro, el hombre abrazó exaltado a L.P. y comenzó a gritar: "¡Yo no la maté, mi niña, yo no la maté!... y ése fue el último día que L.P. vio a su papá".

Cuando la niña supo que lo habían acusado del feminicidio, no quiso saber más de "el señor" ni de su familia paterna, continúa su abuela. Durante el proceso judicial, aún en curso, L.P. narró la violencia que Édgar N ejercía sobre su madre: "ella declaró que su papá golpeaba a su mamá, que su mamá lloraba mucho, que la golpeaba en el piso y a ella la encerraba en la recámara".

Maribel comenta que la dinámica familiar cambió drásticamente tras el crimen de su hija. Comparte que L.P. ha tenido que adaptarse a una nueva vida con terapia y sin los cuidados de su mamá, viviendo en una casa que no es la suya.

"L.P. es muy noble, aunque de pronto tiene actitudes groseras y rebeldes que pasamos por alto porque solamente ella sabe lo que guarda; posiblemente tiene mucho coraje y otros sentimientos, y a pesar de que lo intento, yo nunca voy a ser su mamá, ellas eran inseparables".

La familia de Fernanda recuerda que ella y L.P. eran muy unidas y ella era incapaz de dejar a su niña sola. Les gustaba bailar, reír, pasear, ver películas y dormir juntas. Fer hacía todo lo posible por darle lo mejor. Meses antes del crimen, le cumplió el sueño de ir a Disneylandia. Ese viaje es uno de los más grandes recuerdos de L.P. junto a su mamá.

Maribel asegura que ella es quien paga la atención sicológica, educación y sustento a su nieta, pues hasta ahora el Estado no le ha brindado ningún apoyo.

"¿Cuántas personas hay en esta situación?, incluso hay ciudadanos de la tercera edad que se quedan a cargo de sus nietos cuando ocurren hechos como los de mi hija, y el gobierno no los apoya. No hay una ley que proteja a los menores. ¿Cuántas familias han pasado por lo que estoy pasando y no tienen posibilidades económicas? ¿Qué pasa con esos niños?", pregunta.

"Yo doy gracias a Dios porque mi nieta está conmigo y tengo trabajo. No soy muy joven, pero todavía tengo energía para sacarla adelante, aunque también es una preocupación muy grande, porque ¿cuánto tiempo voy a estar yo?", señala con angustia. "En Guanajuato no dan atención necesaria a este problema que está más allá de lo que pueden imaginar".

Sin registros para la creación de políticas públicas

La falta de marcos legales, de programas integrales y de personal calificado provoca que los feminicidios sean "más crueles y difíciles" para los hijos de víctimas de ese crimen, señala María de la Luz Estrada. "Están totalmente vulnerables porque no hay ninguna institución que los proteja; hasta el día de hoy las autoridades no cuentan con estructuras que realmente los ayuden a desarrollarse en su vida", resalta.

"No es posible que no se tengan registros claros de los impactos en los niños y adolescentes que quedan en la orfandad, aunque el delito de feminicidio está tipificado desde 2011. Es muy grave porque a partir de ahí se generan políticas integrales para las víctimas", insiste. Además, señala que "es labor de las fiscalías y las comisiones de víctimas recabar esta información".

Manifiesta que el problema se agrava porque el feminicidio no siempre se investiga y sanciona como tal, y es usual que las muertes se indaguen como suicidios u homicidios. Ante ello, recalca: "toda muerte violenta debe investigarse con perspectiva de género".




Edición: Ana Ordaz


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