La colectividad de voces está presente en el trabajo de Mónica Nepote, premio Xavier Villaurrutia 2024

La galardonada ofreció una entrevista a LJM sobre su libro 'Las Trabajadoras'
Foto: Gobierno de México

El premio Xavier Villaurrutia se entrega desde 1955 a lo mejor de las letras mexicanas. Este galardón fue entregado a Mónica Nepote para su edición 2024 el pasado 29 de julio. Hace unas semanas, Nepote nos brindó una entrevista sobre su libro, Las Trabajadoras, publicado en editorial Heredad, y sobre su perspectiva del mundo y de su escritura.

Mónica Nepote ataja la primera pregunta, sobre la definición de sí misma, de manera poética y teje una narrativa durante toda la entrevista pues se define en pocas palabras: “Mónica es alguien que escucha, alguien que camina y alguien que observa”. También nos habla en la presentación de su entrevista sobre sus obsesiones, las lecturas que la han acompañado por mucho tiempo son eclécticas en sus géneros pero concretas en sus temas: hongos, plantas, geología y glaciares.

Para conocer a Mónica Nepote hay que también asomarse a su trabajo profesional como escritora, editora y gestora: fue directora de del Laboratorio de E-literatura del Centro de cultura digital, da talleres desde una aproximación ecopoética que entrelaza la naturaleza con el lenguaje y ha presentado numerosos performances que entrelazan la narrativa, el cuerpo, la tecnología y la naturaleza.

Conversar con Mónica Nepote es conversar con muchas personas, durante la entrevista nos menciona por igual a sus amigas, a otras escritoras, a su familia y a su gato que se asoma mientras platicamos. La colectividad de voces está presente en su trabajo y en su forma de conversar: no deja de hablar de quienes la inspiran y la han influenciado en su trabajo y en su vida.

Con ello empieza a contarnos su relación con el libro Las Trabajadoras, luego de que ya ha sido premiado. “Ahora lo veo totalmente diferente. Es una relación extraña con el libro al hablar tanto de él con otras personas. Yo tenía mucho tiempo sin publicar, nunca había tenido tanta retroalimentación como ahora sobre un libro”.

Y es que la exposición del libro ha generado muchas versiones sobre la misma lectura; sorprendida, continúa profundizando sobre él y la lectura. “Ha sido muy loco escuchar todas las versiones que salen del libro. Creo que es un libro que tiene muchas capas, por un lado, están todos mis años de investigación en el centro de cultura digital, y, por otro, está cómo empecé a llegar a las máquinas y a las comunidades de mujeres; está también toda la reflexión que hemos compartido del hackfeminismo, de la filosofía feminista relacionada con las tecnologías y volver a esas conversaciones ha sido muy rico”.

Ante la pregunta del tema que constituye el libro, la galardonada con el Xavier Villaurrutia contesta que “este libro empezó a hablar de mujeres y máquinas, así como de máquinas feminizadas, pero también a indagar en el archivo familiar y en algunos archivos colectivos, así como archivos familiares construidos a través de la experiencia de muchas mujeres junto con una fábula feminista”.

En la conversación no evita la solemnidad atravesada con risas, pues ante lo inminente de la pregunta de qué es una máquina, emite una contundente respuesta poética. “Una máquina puede ser una casa”. Su respuesta toma un par de segundos de respiración y seguro se detiene en la mirada atónita de quien la entrevista. Continúa diciendo “ahí está, ya lo contesté y ya hice muchos poemas. Puede ser una casa, una habitación, pero también hay máquinas muy oscuras, las cajas negras, las mismas computadoras y dispositivos que no sabemos cómo funcionan, pero son la maquinaria que nos hace funcionar de una manera o nos obliga a producir.”

Y es que las máquinas tienen una presencia profunda y transformadora en la humanidad, la autora igual mira a “las tecnologías relacionales, más allá de estar en esta interfaz, nuestras relaciones en pandemia entraban por la pantalla: los afectos, el trabajo, la diversión, lo cual carga a las máquinas de sentidos y significados pero también nos espían”.

Se detiene a platicar de la editorial independiente Heredad y nos comparte la emoción de trabajar con Rafael Mondragón. “Es un triple gozo que sea un libro publicado en una editorial como Heredad, porque me parece un proyecto precioso, Rafa es un pensador, un hombre humanista y sus proyectos van de hacer mundo, y de los posibles relatos de hacer mundo”

Cerramos la conversación preguntándole sobre las implicaciones de un premio como el Xavier Villaurrutia, y mira a lo más importante que no es ella misma sino hacia donde el libro mira: “implica que mi trabajo tenga un lugar de visibilidad y que se hable de las mujeres trabajadoras, es un libro que habla de las mujeres que trabajan en la máquina de coser, las mecanógrafa, el tejido y las plantas, así como de las mujeres del futuro”.




Edición: Estefanía Cardeña


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