Fernando de la Cruz
Foto: Especial
La Jornada Maya
Viernes 8 de junio, 2018
En 2010, me rehusé a firmar una carta en la que se exigía la remoción del monumento a los Montejo. Lo que yo sugerí fue que se propusiera un cambio en la redacción de la placa, para enfatizar el enfoque conmemorativo y no celebratorio del monumento.
En ese entonces, reflexioné que, si se exige la remoción de un monumento, hay que ser consecuentes y exigir también la de todos los monumentos y símbolos asociados con el odio y la brutalidad, desde las cruces en los templos por el recuerdo de los tres siglos y medio de la Inquisición Española, hasta el escudo nacional, emblemático del imperialismo azteca. El efecto dominó nos llevaría al fascismo, como bien advierte en este medio el doctor Escalante Tió.
Llegué a proponer incluso un borrador para una nueva placa que dijera: “Francisco de Montejo, padre e hijo, Adelantado de Yucatán el primero, fundador de Mérida el segundo; protagonistas del polémico encuentro de las culturas maya y española”.
No me sorprende que resurja la polémica justo ahora en tiempo electoral pero, sin dudar de la honorabilidad de los jóvenes iconoclastas, me recuerda aquel famoso: “nadie sabe para quién trabaja”.
Lo que sí celebro es que, por lo que leo en [i]La Jornada Maya[/i], hay discusión inteligente y respetuosa en ambos lados del debate actual, que, como lector, agradezco profundamente.
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