René Ramírez Benitez
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya
Viernes 25 de mayo, 2018
Ahí estuvieron tres de los cuatro candidatos a gobernador por Yucatán. Ahí estuvieron, rodeados de prejuicios y de personas con una agenda en contra de las libertades individuales y el progreso y los derechos humanos y la democracia. Mauricio Sahuí, Mauricio Vila y Joaquín Díaz se reunieron con el Frente Nacional por la Familia, el cual es un movimiento cuya narrativa es contraria a los derechos sexuales y reproductivos, al igual que los derechos humanos de la comunidad LGBT. En esa reunión se vio el pragmatismo político; el ganar votos “cueste lo que cueste”, el decir y pensar lo que el público presente quiere escuchar; incluso si ello conlleva ir en contra de la constitución, tratados internacionales, jurisprudencia tanto nacional como internacional. Porque la presencia de los candidatos a gobernador por Yucatán en un evento de esa naturaleza, puede traducirse en una derrota de la comunidad LGBT y feminista yucateca. Una derrota porque los candidatos desnudaron la verdad; sacaron a relucir sus intenciones de plasmar prejuicio e intolerancia en la política pública que proponen, en las estrategias que proponen, en las intenciones que proponen.
Y entre sus palabras y conjeturas, nos dieron a entender algo: el respeto y tolerancia en Yucatán no tiene cabida. Porque si bien se pronunciaron “a favor de lo ya establecido”, los candidatos no entienden que no se trata sólo de aquello plasmado en la norma y las decisiones que la Suprema Corte de Justicia ha dictado en favor de la diversidad; va más allá de eso, y está relacionado a la voluntad política. Es ahí el punto principal de este tema. Aunque el erróneamente denominado Frente Nacional por la Familia no ha entendido, temas relacionados con el matrimonio igualitario y adopción homoparental han sido apoyados por la mayoría de la comunidad jurídica, es incluso, algo que podríamos denominar “cosa juzgada” en términos de respeto de los derechos humanos. Sin embargo, lo anterior puede peligrar cuando la voluntad política está situada en terreno agresivo. Es triste que la la clase política ve construir una narrativa basada en intolerancia, prejuicio y con timidez de tomar las decisiones correctas. La voluntad política no estará del lado de la comunidad LGBT y feminista de Yucatán. Porque como mencionó el juez de la Corte Suprema de Estados Unidos en el caso Obergefell vs Hodges que permitió el matrimonio igualitario en el vecino del norte: “lo único que piden, es dignidad ante los ojos de la ley, y la constitución les da ese derecho”. Pero no habrá dignidad ante los ojos de la ley, si clase política ve a los derechos sexuales y reproductivos y los derechos humanos con ojos de intolerancia. La política pública en esta materia estará sesgada. Esto una derrota para la vida democrática de la entidad.
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