de

del

Marina Robles*
La Jornada Maya

Martes 22 de mayo, 2018

Alberto García, campesino zapoteco y agroexportador, habla de botánica con naturalidad y conocimiento. Camina de arriba abajo por la dura pendiente de su cafetal sin perder ni el aliento ni el brío, señalando los árboles que todo lo cubren con su sombra, y recita sus nombres: “Éste es un cuil, y aquél es un cuapinol, un cuachepil, un sangregal”. Apunta hacia ellos con la mano, haciendo notar las diferencias en sus hojas, en su corteza, en sus flores y semillas. “Éste fija nutrientes para el café; aquél le gusta a los pájaros; éste lo tenemos por sus flores”, narra. Los anchos troncos ocupan tanto terreno como las matas de café con las que se intercalan, por eso cuesta creer que cuando su abuelo compró el terreno, hace quince años, ahí no había más que algo de zacate y de matorral.

“Todo esto era un potrero que se había enmontado”, cuenta. “Tomó un poco más de diez años ponerlo a producir. Hubo que ir quitando la maleza, echando abono y composta. Luego sembramos los árboles de sombra y esperamos a que crecieran, y después ya sembramos las matitas de café, que tardan unos cuatro o cinco años en echar fruto”.

Toda esa inversión en trabajo y en dinero; toda esa labor de restauración de la selva que se había perdido, no es en balde, ni producto solamente de la generosidad y el compromiso con el medio ambiente. La sombra de la selva restaurada protege los cafetos del viento y de la lluvia, y evita que surjan plagas. Además, décadas de trabajo de los campesinos con el café les han permitido detectar las simbiosis de ciertos árboles con las matas del aromático. Algunas enriquecen los suelos, otras ahuyentan insectos perniciosos, y todo eso redunda en mayor calidad y rentabilidad para los productores.

Esas labores culturales, además, son parte de un programa de trabajo muy estricto, diseñado en el marco de los acuerdos de comercio justo y orgánico de la Unión de Pueblos Indígenas Zapotecos de la Sierra Sur (Upizssur), la organización de la que Alberto forma parte, y que está integrada en la Coordinadora Estatal de Productores de Café de Oaxaca (Cepco). Gracias a esos acuerdos, el precio del café que produce Alberto, como el que producen los otros cuatro mil miembros de la coordinadora, está certificado bajo los estándares más estrictos del ramo, se exporta prácticamente en su totalidad a Estados Unidos, y vale entre 50 y 70 por ciento más que el café convencional.

“Organizaciones como Cepco y Upizssur nos han mostrado desde hace años que el desarrollo rural y el crecimiento económico no están peleados con la conservación del medio ambiente. ¡Al contrario!”, explica Pedro Álvarez Icaza, coordinador del proyecto de Sistemas Productivos Sustentables y Biodiversidad de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio). “Por un lado, construyeron acuerdos en muy buenos términos, con plazos muy favorables, con una red muy amplia de compradores. Eso les permitió garantizar la estabilidad de precios, y de precios muy altos, además. Serían la envidia de muchísimos productores agroindustriales,” dice sonriente.

Por otra parte, abunda, esas organizaciones “han logrado que la conservación y la restauración de las selvas del país sean el sustento y el motor de esos acuerdos”. Para Conabio, ahí está la clave para construir nuevas políticas públicas que sean más eficaces en el combate a la pobreza y la defensa del medio ambiente, y en el impulso al crecimiento económico de regiones muy apartadas. “El modelo tiene tres ingredientes fundamentales”, cuenta. “Hay que abrir, o alcanzar, nichos de mercado que estén dispuestos a absorber los costos de la conservación y a pagar lo que de verdad cuesta obtener un producto de calidad. Cepco y otras organizaciones similares, han mostrado que esos mercados existen, que es posible acceder a ellos, y que puede ser muy lucrativo”.

Lograrlo, sin embargo, requiere una infraestructura social que no aparece sola. “Para alcanzar esos nichos de mercado hace falta que los productores estén organizados, porque eso les da un volumen suficiente como para negociar desde una mejor posición. Además, solamente organizados pueden construir y honrar los acuerdos de estabilidad de precios que necesitan”, advierte el funcionario de Conabio. Y ahí, considera, las políticas públicas son cruciales, aunque no están exentas de riesgos.

“Cepco tiene ya casi 30 años”, dice, “y ni el país ni el medio ambiente pueden esperar tanto para que se consoliden nuevas organizaciones. Urge que el Estado invierta en capacidades organizativas, comerciales, administrativas. El Estado tiene que ser como la sombra que protege al café, pero igual que esos árboles, no debe ahogarlas. No podemos repetir los errores del pasado, cuando la condición para apoyar a las nuevas organizaciones era sujetarlas a las estructuras clientelares y corporativas del gobierno”.

El último elemento está en la sistematización de los conocimientos que han adquirido los campesinos, como Alberto, y que a su juicio es insustituible, y traduciéndolo en prácticas que se impulsen a gran escala. “Los saberes campesinos tienen décadas de construcción y refinamiento. Hay que analizarlos con rigor, aprender de ellos, y diseñar estrategias para diseminarlos, para contagiarlos”.

En línea con eso, el proyecto de Conabio ha aprendido de Alberto y otros productores, y ha elaborado un catálogo de prácticas que garanticen la sustentabilidad de la producción. “Ahora, la Secretaría de Agricultura usa ese listado para dar preferencia a la producción sustentable a la hora de otorgar apoyos, de forma que se han convertido en una herramienta muy poderosa para la conservación”, presume.

Políticas como las que propone Conabio permitirían que el cafetal de Alberto y otros casos de agricultura sustentable y rentable como ése, fueran la norma en el país. “No hay vuelta de hoja: para producir, hay que conservar, y no hay mejor forma de conservar, que producir mejor”, remata el funcionario.

* Doctora, integrante del Centro de Especialistas en Gestión Ambiental (CEGAM).

[b][email protected][/b]


Lo más reciente

Sacmex denuncia sabotaje en pozo de la alcaldía Álvaro Obregón en CDMX

Reportó el hallazgo de un compuesto de aceites degradado en el agua extraída

La Jornada

Sacmex denuncia sabotaje en pozo de la alcaldía Álvaro Obregón en CDMX

La Mérida que se nos fue

Noticias de otros tiempos

Felipe Escalante Tió

La Mérida que se nos fue

Seis horas encerrado vuelven loco a cualquiera

Las dos caras del diván

Alonso Marín Ramírez

Seis horas encerrado vuelven loco a cualquiera

Dorothy Ngutter concluye su encargo al frente del Consulado de EU en la península de Yucatán

La diplomática se reunió con Mara Lezama durante una visita que realizó a QRoo

La Jornada Maya

Dorothy Ngutter concluye su encargo al frente del Consulado de EU en la península de Yucatán