Margarita Robleda Moguel
Foto: Ap
La Jornada Maya
Lunes 14 de mayo, 2018
El Nilo es el más grande de los ríos de África y fluye en dirección norte a través de diez países: Burundi, Ruanda, Tanzania, Uganda, Kenia, República Democrática del Congo, Sudán del Sur, Sudán, Egipto y Etiopía, hasta desaguar en el extremo sureste del mar Mediterráneo formando el gran delta del Nilo. No se puede concebir la vida en Egipto sin este río. La faraona Hatshepsut envió a una comisión a averiguar dónde nacía y esta se topó con una cascada, reto vencido al desarmar el barco y armarlo en las alturas, para continuar la investigación del curso. Decir Egipto es decir vera del Nilo.
Después de visitar Cairo, por lo general, las excursiones a Egipto ofrecen volar a Luxor y ahí embarcarse en un crucero por el Nilo para conocer imponentes ejemplos del impresionante nivel de conocimiento arquitectónico que alcanzaron los habitantes de ese país, cuya obra sobrevive más de cinco mil años a las inclemencias de la naturaleza y el tiempo. Y ahora, la peor amenaza: los turistas. En Karnak, que tiene una avenida de tres kilómetros con estatuas de carneros, se pude ver diferencias entre ellas, con solo 15 años de distancia. La contaminación es una realidad.
Es impactante el color verde que se admira en las orillas del río. No sé si realmente sea tan poderoso o es el contrastaste con el color ocre que hemos visto todo el tiempo. Lejos del amontonamiento del Cairo, es un descanso observar a las comunidades. El guía nos comenta que los egipcios son muy gregarios, les gusta vivir en familia. Es así como vemos ejemplos de padres que compran un pedazo de tierra y construyen la planta de abajo para cobijar a sus hijos chicos. En el techo levantan castillos y el inicio de la escalera que utilizará el hijo mayor para construir su vivienda y dejar, de la misma manera, los castillos que le permitirán al siguiente hermano construir su hogar, y así sucesivamente. Llegará el momento en que, al crecer los hijos, el hijo comprará un terreno para comenzar de nuevo la historia, donde ahora él será el patriarca.
Es interesante ver cómo los seres humanos nos parecemos desde los inicios de la historia. El saqueo, la envidia, el amor… han existido desde siempre. Los faraones preparaban su tránsito al otro mundo durante todo su reinado e iban diseñando las joyas y objetos que los acompañarían toda la eternidad. Conociendo a su gente, los entierros no eran en las grandes pirámides, como se podría suponer, si no en el Valle de los Reyes, donde se han descubierto tumbas subterráneas vestidas del incógnito que te dan las piedras y las arenas del desierto. En una maqueta que se muestra en la entrada del sitio, se pueden observar los pasadizos y túneles de las que se han encontrado y seguramente siempre queda la duda de cuántas más habrá. A final de cuentas, la única tumba que no fue saqueada, porque un faraón construyó la suya encima, fue la de Tutankamon. Gracias a eso, pudimos conocer todo el “equipaje” con que se avituallaba a los faraones para transitar al otro mundo. En el Museo del Cairo admiramos sus camas, tronos, armas, carros, muebles, sarcófago y momia. Joyas exquisitas que me llenan de preguntas sobre el tiempo que les tomo hacerlas, los materiales que tenían para poder incrustar las piedras minúsculas y cómo darles esa plasticidad y belleza. ¡Hasta sus sandalias, pisando enemigos! El joven faraón comenzó a reinar a los 9 años y murió a los 18; no tuvo tiempo de reunir lo que otros con más edad. Sin embargo, en su tumba se encontraron 18 toneladas de oro en las distintas piezas.
Fuimos a visitar una comunidad Nubia. El guía nos dice que los Nubios se aferran a su cultura en tiempos de crisis, no se mezclan con otros grupos étnicos y eso les ha permitido sobrevivir como tales. Sus casas, adornadas de infinidad de dibujos sobre su cultura, nos dicen que son muy limpios. Aunque claro, cuatro esposas, coordinadas por la primera, mantienen todo en orden. “Mujeres del mundo, tan distintas, tan iguales, tan hermanas…” La situación de la mujer es difícil. Muy pocas son las que trabajan… remuneradas, claro, porque sabemos que dé a gratis, ¡trabajamos todas!
Dicen que los viajes ilustran, nos permiten comparar, comprender. Por lo pronto veo gran similitud entre México y Egipto. Ambos tan ricos en historia y recursos naturales, al mismo tiempo tan dispersos y perdidos en un presente que nos diluye. Mientras sigamos permitiendo la impunidad, seguiremos siendo atropellados por los distintos imperios. ¿Cuándo toca despertar?
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