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del

René Ramírez Benítez
Foto: Especial
La Jornada Maya

Lunes 14 de mayo, 2018

Se viene otra entrega de una película relacionada a una de las franquicias más exitosas de la historia: Star Wars. Una de las dramatizaciones icónicas de la ciencia ficción, con la gloriosa batalla entre el bien y el mal; los caballeros Jedi contra los oscuros Sith y el balance de la fuerza; héroes y villanos; los rebeldes contra el malvado imperio galáctico. Esta historia creada por George Lucas y llevada a la pantalla grande en 1977, con actores como Mark Hamill, Harrison Ford, Carrie Fisher y muchos otros, en conjunto con una inolvidable banda sonora a cargo de John Williams. Esta narrativa cuenta con grandes componentes históricos, religiosos, políticos y filosóficos, sin embargo, ¿en qué se parece esta historia con el PRI? Con perdón de los fanáticos por la omisión de factores importantes, me permitiré recapitular la idea e historia central de esta saga.

Todo se centra en un niño llamado Anakin Skywalker y una profecía del elegido que daría equilibrio a la fuerza del universo. Es por ello que un grupo de caballeros que buscan la justicia, llamados Jedi, le dan entrenamiento. El niño crece y tiene dudas sobre lo bueno y malo, seducido por el malvado emperador que se pintaba como un buen hombre. Todo cambia cuando por el temor de la muerte de su amada embarazada, éste busca poder con ánimo de salvar y dominar la galaxia, falla en su tarea y Padme muere y sus dos hijos son ocultados en diferentes planetas. El joven Anakin, quien era la esperanza, se convierte en lo que juraba combatir y se transforma en el despiadado Darth Vader. Fundando así, en conjunto con el Emperador, el Imperio Galáctico que buscaba un control déspota. Muchos episodios pasan, hasta que en un momento decisivo Darth Vader elimina al Emperador para proteger a su hijo, quien era atacado por él, redimiendo así su cometido principal, y restaurar el equilibrio.

¿Cuáles es el común denominador de esta fantástica historia con la del PRI? Parecerá tonto pensar en las similitudes de estos dos, sin embargo, existe mucho que podemos aprender de este pequeño ejercicio intelectual. El PRI es fundado por Plutarco Elías Calles con el nombre de PNR (Partido Nacional Revolucionario) en 1929 con el “objetivo de sostener un orden legal mediante la unificación de los elementos revolucionarios del país”, con el lema de “instituciones y reforma legal”, esta herencia de la revolución mexicana era la promesa de la estabilidad e instauración de la democracia en un país que se hundía ante las batallas sociales. Este partido evoluciona hasta tener el nombre actual. Mucho tiempo ha pasado desde su fundación, y al igual que Anakin, este partido se desvió de su propósito, seducido por el lado oscuro, jamás logró ayudar a formar una democracia firme y sana que los mexicanos merecemos. Sordo ante la crítica, se resiste y acalla las voces independientes como a Carmen Aristegui y muchos otros periodistas en Veracruz, que han sido asesinados por hacer su trabajo.

Un partido que instauró una cultura política negativa, haciendo que sus prácticas de compadrazgo y complicidad sean emuladas por otros partidos, como una enfermedad altamente contagiosa. Un partido que alguna vez fue la esperanza para un país harto de los conflictos por el poder, pero su ambición de controlar, cueste lo que cueste, lo ha hecho omitir tareas básicas. Un partido con un presidente que en lugar de “mover a México” hacia adelante, lo hace hacia atrás. Un partido que no combate a la corrupción, y prefiere encubrirla, tal es el caso de Gerardo Ruiz Esparza y la empresa OHL, confirmando nuestra posición del Banco Mundial como uno de los países más corruptos del globo. Un partido que en su nombre tiene los antónimos de Revolución e Instituciones sin lograr una armonía entre ellos.

A diferencia de la historia de Star Wars, nuestra oposición no está organizada, buscando así la pleitesía y complicidad, una mera simulación de contrapeso, atenuando el problema y crecimiento del imperio del PRI que pensamos que sólo había durado 71 años, pero sigue más vivo que nunca. Al igual que Anakin Skywalker, el Revolucionario Institucional fue seducido por el poder y ayudó a formar un imperio, cooptando a la posición y creando monstruos del Estado como los sindicatos a su servicio o los monopolistas abusivos. Nuestro país espera una reivindicación como la de Darth Vader; un PRI que sea capaz de terminar su tarea y propósito original. Un partido que encuentre su camino en la fuerza de la democracia, las instituciones y el Estado de derecho. Si bien el PRI es el gran perdedor de estas elecciones, puede aprovechar la derrota y el momento, no para volver a esas viejas prácticas para intentar regresar al poder, al contrario, para cambiar sustancialmente esas prácticas por las cuales los ciudadanos no los queremos en el poder, y de esa manera tener un Revolucionario Institucional renovado y limpio.

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