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Ángel Rivero Palomo
Foto: Afp
La Jornada Maya

Lunes 30 de abril, 2018

Uno de los mayores contrastes entre países vecinos y caso de estudio recurrente en la disciplina de lo internacional ocurre entre las dos Coreas desde el fin de la década de 1950. Antes un país unificado, hoy, al sur, una nación a la vanguardia tecnológica y económica mundial; al norte, un país grandemente desconocido para el occidente, con un régimen totalitario cuyo liderazgo es hereditario e indiscutible. Ambas naciones en una guerra latente, con una frontera militarizada y el componente de la amenaza nuclear a occidente a raíz de un programa de armas de alto alcance.

El manejo en el contexto internacional de la amenaza nuclear de Corea del Norte e Irán ha tenido aristas interesantes en la última década a través de las recurrentes sanciones de la Organización de las Naciones Unidas y la influencia de los presidentes estadunidenses; sin embargo, a partir de 2017 con la llegada al poder de Donald Trump, la tensión aumentó acompañada de una serie de declaraciones y amenazas abiertas de guerra entre ambos líderes. El inicio de un conflicto armado parecía inminente, hasta que un golpe de viento hizo cambiar el panorama: el líder norcoreano, Kim Jong Un, anunciaba el cese de ejercicios nucleares y se establecía un diálogo con el presidente Trump, quien sería invitado a Corea del Norte.

En este contexto, la distensión aparente con el occidente se ha reflejado con el vecino del sur: abril de 2018 promete pasar a la historia por las reuniones sostenidas entre el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, y el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in. Dicho encuentro es muy alentador si abona a la firma de un tratado de paz entre estas dos naciones, lo que podría finalmente significar el fin oficial a la guerra en la península coreana. De lograrse lo anterior, se iniciaría un proceso de desnuclearización de la región que podría significar un futuro conjunto de prosperidad y una potencial reunificación en el largo plazo (CNN, 2018).

El conflicto y eventual separación entre ambas naciones se remonta al término de la Segunda Guerra Mundial, pues hasta esta época Corea era una colonia de Japón. Al rendirse Japón en el conflicto mundial, los aliados se hicieron del poder y en 1948 decidieron dividir la península en dos entidades políticas: la República de Corea (Corea del Sur) y la República Democrática Popular de Corea (Corea del Norte), quedando en el norte las tropas soviéticas y en el sur las estadounidenses (@actualidadRT, 2014). Los distintos modos de administrar los territorios ocupados significó una abismal diferencia en el desarrollo y la apertura a los cambios.

Si bien en este conflicto hubo un cese de hostilidades y un virtual armisticio hace 65 años, nunca se concretó un tratado de paz, y para fines prácticos ambos bandos se encuentran técnicamente en guerra. Lo anterior ha generado gran inestabilidad política, hostilidades y tensión, no sólo en la región, sino en el mundo entero por la posesión de armas nucleares.

Históricamente la guerra inició en 1950, motivada por las fricciones entre países alentadas por las diferencias político-sociales entre el capitalismo y el comunismo. En las hostilidades participaron otros países que hicieron alianzas: con Corea del Norte participaron las Fuerzas Armadas de China y las tropas de la Unión Soviética; del lado de Corea del Sur participaron los Estados Unidos. A pesar de que en 1953 se celebró un alto al fuego, la península quedó dividida por la línea de demarcación militar en ambos lados (Gómez-Escalonilla, 2015).

A lo largo de los años posteriores el diálogo político entre las dos Coreas ha sido difícil e inestable. Entre los acontecimientos más relevantes en la cronología del conflicto, destaca que en 1972 ambos países convinieron que su asociación sería sin depender de fuerzas externas, y por medios pacíficos a partir de la unidad nacional. En 1991 se hizo un acuerdo de reconciliación, no agresión, cooperación e intercambio, y para 1992 se realizó una declaración conjunta sobre la desnuclearización de la península coreana (@actualidadRT, 2014).

A pesar de los aparentes avances de paz, entre 2006 y 2009 se deterioraron las relaciones cuando Corea del Norte realizó pruebas nucleares subterráneas. Estas acciones generaron la indignación de la comunidad internacional e incrementó la tensión entre ambas naciones, la cual llegó a su cúspide en 2013, cuando Corea del Norte realizó una tercera prueba subterránea entre otras acciones bélicas, aunado a las repetidas amenazas de las autoridades norcoreanas, que han advertido que en caso de agresión la nación está lista para usar misiles intercontinentales capaces de alcanzar territorio norteamericano. En este escenario el Consejo de Seguridad de la ONU consideró que la situación en la península coreana se encontraba al borde de la guerra nuclear (Gómez-Escalonilla, 2015).

El contexto anterior debe ser recordado ante los hechos de esta tercera semana de abril de 2018, a partir de la aceptación del líder norcoreano para visitar Corea del Sur. Hace unos días el cruce de ambos líderes al suelo de Corea del Norte y el reingreso de ambos a Corea del Sur establecen la posibilidad de una paz duradera a través de la firma de la Declaración de Panmunjom para la paz, la prosperidad y la unificación de la Península Coreana. Esta mejora en el diálogo intercoreano y las expectativas de paz, podrían dar estabilidad a toda la región, acceso a la libertad al pueblo de Corea del Norte y tranquilidad al resto del mundo, al menos por este resabio de la Guerra Fría.

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