Pepe Elorza
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya
Lunes 23 de abril, 2018
El 12 de octubre de 1968 cayó el velo de la imaginación y callaron para siempre los duendes que dibujaban en mi mente al jinete cabalgando bajo la lluvia, con tan sólo escuchar los cascos del caballo y los tempestuosos truenos del drama tropical.
Habían terminado para siempre los tiempos de la radio en Tapachula, mi ciudad natal, en el extremo sur de México, que ahora gracias al [i]Pájaro madrugador[/i], un satélite de comunicaciones, nos llegaban imágenes televisivas de la inauguración de los Juegos Olímpicos desde el DF, y todos sabíamos que por primera vez el mundo veía esto en tiempo real, y sí, muy emocionante pero…
Entonces adolescente, yo había sido un niño un poco autista en cuanto a mi capacidad de entretenerme solo: inventaba un partido de beisbol en los corredores de la casa, lanzando contra la pared una pelota de frontenis de bote muy vivo, al volver ésta, la fildeaba y [i]out[/i]… hacía también muñecos de plastilina y los convertía en vaqueros o luchadores e inventaba historias con ellos… leí muchos libros de viajes de la biblioteca de mi papá como: [i]Siete años en el Tibet; La Conquista del Everest, de Hellmuth Hillary; Tiendas rojas y Velos azules; Los viajes de Richard Burton explorador en África[/i], etc…
Pero mi mayor entretenimiento se hallaba en la radio, de ahí las frases iniciales de este lánguido y nostálgico texto, en aquel aparato de marca [i]Telefunken[/i] de fabricación alemana me sumergía durante horas, pues la diversidad de su oferta era mi internet, la onda corta nocturna me permitía escuchar el [i]Hit Parade[/i] de Inglaterra por la BBC de Londres, o la voz de Fidel Castro nerviosa arengando a su pueblo en aquel cuasi apocalíptico año del 62, pero también la hermosa voz del [i]Mago Septien[/i] narrando los partidos de los Diablos Rojos del México,y a Buck Canel la Serie Mundial cada Octubre, pero la magia se hallaba en aquel velo invisible que estimulaba mi imaginación dibujando en mi mente las imágenes y los rostros, era como hacer una película mental cada vez, escuchando aquellas voces y sus historias, hace medio siglo… quién lo dijera.
En un texto de Michel Chion, musicólogo y compositor francés, narra que Pitágoras, el célebre filósofo y matemático griego del siglo quinto antes de Cristo, solía dar su cátedra poniendo una tela entre él y sus alumnos, a fin de estimular su imaginación y generar una mayor atención, a esto le llamó Acusmática.
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