Entrados en las campañas electorales del 2018

José Manuel Higareda
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Jueves 12 de abril, 2018

Entrados en las campañas electorales del 2018, espectaculares de diversos tamaños contaminan la ciudad exhibiendo las fotografías de los interesados en ocupar las distintas posiciones en juego. Autorizado por los montos de gastos de campaña, los institutos políticos no escatiman ?para despertar la simpatía en el ánimo popular? el derroche vergonzoso de los recursos públicos para enfatizar las expresiones alegres y privilegiadas que serán observadas, hasta el hastío, por la sociedad. Los aspirantes aprovechan el despilfarro de lo que no es suyo para hacer del conocimiento de los pobladores sus audaces lemas de campaña.

Impecables sonrisas, soportadas por dentaduras perfectamente alineadas, discretos retoques en el rostro, la higiénica presencia, la guayabera tradicional impoluta, y en la mayoría de los casos, una actitud beatífica, complementada por una decidida expresión de las manos. Producto final de avezados asesores en mercadotecnia, Photoshop muestra el mejor ejemplo del lenguaje corporal.

Es de una simpleza, rayana en la vulgaridad, suponer que tal artificio mediático pueda ser suficiente para albear ?como si fuera el resultado del sacramento de la confesión? la conciencia y antecedentes de muchos de los postulantes, presumiendo que los yucatecos, tratados como infantes, se atuvieran a la deslumbrante imagen y las voces ajenas que pretenden hablar en su lugar.

Tomando en cuenta que la búsqueda del voto en Yucatán se lleva a cabo en los meses con las temperaturas más altas de todo el año, la buena voluntad del aspirante se verá confrontada por los diferentes factores propios de una contienda electoral despiadada. Imagine usted, amable lector, la templanza que requiere el postulante para salvaguardar la risueña expresión del cartel publicitario al verse sometido a un aparato propagandístico voraz que le impone madrugar, mal comer, mítines consecutivos, análisis de encuestas, peroratas para diferentes estratos, estrechar manos, extender abrazos, fotos con partidarios y medios, escoltas prepotentes, kilómetros de carreteras. Atender varios móviles al mismo tiempo. Cenas y desveladas. La vorágine que se empeña en devorar al entusiasta.

Una vez en casa, el candidato se observa en el espejo del baño. El reflejo no le devuelve la sana expresión ni el consuelo de la hermosa fotografía que lo exhibe por todo el estado. Ojeroso, enrojecido y desmejorado, se lava los dientes. Apura un trago de antiácido, analgésicos y la pastilla para controlar la presión. Antes de tomarse el Tafil y sacando fuerzas de la flaqueza, considera de nuevo las condiciones para la prosperidad de todos los yucatecos: La rendición de cuentas, el estado de derecho, la transparencia y la participación ciudadana, principios básicos de la “Cultura ciudadana”. Justicia imparcial y expedita. Educación moderna al alcance de todos. Libertad de expresión. Rodearse de funcionarios competentes para la toma de decisiones. El trato equilibrado con el poder legislativo, judicial y con la Federación. La credibilidad en los resultados electorales. Estabilidad.

Los ciudadanos saben la clase de personas que pueden gobernar cuando emanan de institutos políticos proclives a no respetar la ley ni la voluntad de los votantes. Instancias que se sustentan en la doble moral, para satisfacer sus intereses particulares. Yucatán exige semblantes sobrios, que emitan serenidad. Expresiones políticas que indiquen a la población el análisis comprensivo de la difícil situación por la que atraviesa el estado. Proyectos virtuosos que privilegien las coincidencias de todos como premisa fundamental, y el respeto a las diferencias del electorado para que estas sean objeto de discusión y entendimiento para el bien común.

El candidato se da unas palmadas de ánimo en las mejillas. Conforme se adentra en estos felices pensamientos, su rostro se transforma. El espejo le devuelve la sonrisa y la expresión convencida que ostenta en los espectaculares. Mañana será otro día. Vaya bien.

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