Olga Moguel Pereyra
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya
Viernes 9 de marzo, 2018
Mientras se sigan fabricando muñecas Barbie, anoréxicas con sus inalcanzables medidas de silueta y de nariz, fábricas a su vez de severas frustraciones para tantas mujeres.
Mientras se sigan repitiendo los cuentos de princesas rosas y príncipes azules para dormir conciencias y alejar la posibilidad de pensar en otras formas de ser humanos.
Mientras el hogar sea, para dos de cada cuatro mujeres, un lugar inhóspito y peligroso, espacio de golpes, desprecios, carencias, abusos, soledades y dolores.
Mientras el trabajo doméstico- familiar siga siendo obligatorio, desvalorizado, invisible.
Mientras la distribución de los bienes materiales -tierras, producción,dinero, instituciones, cultura, entre otros- siga realizándose según pautas de género que favorecen señaladamente al masculino.
Mientras estudios internacionales sigan revelando que "todos los países tratan a sus mujeres peor que a sus hombres, tras tantos debates sobre la igualdad entre hombres y mujeres, tantos cambios de legislación y tantos años de lucha", como reporta el Informe sobre Desarrollo Humano en 43 países.
Mientras el cuerpo siga siendo, triste paradoja, espacio público en el que la propia mujer es más espectadora que protagonista.
Mientras haya mujeres que estudien, trabajen o hagan arte sintiendo culpa por presiones sociales estereotipadas.
Mientras el mandato social feminoide siga siendo, de manera prevaleciente y en los diversos sectores sociales, atender, criar, seducir, multiplicarse, adornar, aguantar.
Mientras las religiones -casi todas las de este planeta- pervivan y se nutran de la presencia femenina, pero no permitan a las mujeres decisiones o liderazgos reales.
Mientras las instituciones públicas creadas para promover la equidad sigan quedándose en consejos tibios y cosméticos, en diplomas como confetis, en fotos para sociales y en notas intrascendentes.
Mientras el amor genuino y solidario pierda terreno ante mitos, prejuicios, miedos y abismos; telarañas mentales paralizantes.
Mientras todo esto perviva, seguiremos teniendo en el calendario un Día de la Mujer, que no para festejar. Ojalá juntos, hombres y mujeres, podamos reflexionar, repensar caminos, renovar afanes y luchas, gozar cuerpos y espíritus y confirmar la esperanza.
*Promotora cultural, empresaria y activista de derechos humanos
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