de

del

José Juan Cervera
Foto: Especial
La Jornada Maya

Miércoles 21 de febrero, 2018

La poesía de Ricardo López Méndez muestra grandes líneas temáticas que acaban fundiéndose entre sí para traernos la sensibilidad que aspira a recorrer la vastos dominios del mundo conocido, tanto como la extensión de un universo cuyos límites sobrepasa el haz de intuiciones que guía toda obra literaria, al punto de hacerla confluir en el ritmo desde el cual palpita la plena significación de la experiencia que da la vida.

En el legado poético del Vate se percibe el amor incondicional a la tierra, que en su concepto no es sólo la que puede abarcar una mirada rutinaria y apocada, sino la que resulta de hermanar el solar nativo, la patria grande y el mundo en su amplitud geográfica y cultural, hasta forjar la universalidad que nutre la vivencia común de la creación artística e incita a desafiar distancias espaciales y afectivas. No se restringe a la imagen ornamental del paisaje que llama a recrearlo en invenciones aisladas, sino que abarca también el núcleo fecundante de todos los frutos que exhalan, desde su hechura material, el aliento múltiple de la naturaleza y de la civilización.

Todo surge de un sentido de pertenencia primario que crece cuando mira al exterior de las fronteras del grupo familiar y del vecindario entrañable, marco temprano de la conciencia individual. Así reluce el impulso de los primeros afectos y se gestan las impresiones básicas que habrán de diversificarse en un conocimiento amplio del mundo, sin perder sus valores de inicio; a ello se atiene su Voz en la piedra (Poema en cuatro siglos), al remontarse a la antigüedad que engalanaron con su prosa los cronistas, aquella que registra el origen de ciudades y estrecha vínculos de antepasados y herederos reconocidos en el asiento de sus pasos sobre un mismo suelo: “¡Intacta tierra del Mayab, intacta,/nadie podrá llegar hasta tu entraña/sin que sangren sus manos en la piedra!”

Así cobran relieve la pureza de una voz, la fuerza de una sangre y el fulgor de un espíritu que traspasa la conciencia del ayer y del hoy, impugnando la aridez de la letra que carece de vida cuando desdeña la suma de identidades que esplende al animar su expresión más límpida, acento que torna jubilosa el alma pese a las adversidades que la circundan. Ésta es la tersura de una voz que cuaja en los cantos que la comunidad de espíritu hace suyos porque dimanan de su esencia y exaltan su verdad nombrando las grietas que ponen a prueba su entereza.

López Méndez acude a formas expresivas que incorporan elementos tradicionales y combinaciones frescas para irradiar un tono vibrante que une con firmeza a los espíritus; así eleva una patriótica plegaria que asimila la persuasión lírica y plasma episodios de vida capaces de nutrir el repertorio sentimental de una nación: “¡Mármol y bronce, floración del tiempo/en épica medida de lo eterno,/se enlazan con tu nombre, padre nuestro,/porque estás en la tierra y en el cielo,/en la flor y en la gota de rocío,/en el polen de amor que va en el viento,/y en la augusta plegaria del destino/que fecunda el dolor de nuestro pueblo!” (Morelos).

Empeñado en sacudir la postración secular que constriñe el bienestar humano, Ricardo López Méndez invoca el magisterio de otro poeta, insumiso y altivo, que acoge en su figura apolínea la herencia de un continente preñado de selvas y de amores, en cuyo seno se agita el germen de potencias de ardorosa emancipación: “¿Qué decía? ¿Cuál era su razón? Que el Poeta/lleva dentro de sí la luz concreta/que rompe las tinieblas de la humana conciencia/y hace más pura y noble y mejor la existencia/Que la lira no sirve para cantar quimeras/sino para que abra las nuevas sementeras,/en donde habrá de echarse como igniscente brasa/la simiente futura del alma de la raza”. (Díaz Mirón).

Y si el poeta personifica la conciencia del mundo civilizado, la humanidad a la que encarna es una sola aun hallándose diseminada en territorios heterogéneos, y aunque la voz entonada provenga de una atmósfera peculiar, sintetiza emociones que encierran poderosos arquetipos: “Y en un largo desfile mitológico,/el árbol pasa con su voz de hombre;/la flor en carne de mujer florece;/el pájaro es la selva que vuela en un suspiro;/la noche tiene besos de hembra en aventura/y voluntad de sombra con ojos de princesa”. (Poema del Nuevo Mundo).

Siga llegando a nosotros la caricia que vuela en los cantos encendidos de Ricardo López Méndez.

*[i]Palabras pronunciadas el 16 de febrero del presente año con motivo del CXV aniversario del natalicio de Ricardo López Méndez, en el centro cultural que lleva su nombre.[/i]

[b][email protected][/b]


Lo más reciente

Misterioso pájaro estaca se camuflajea entre los troncos de los árboles

Especial: Fauna Nuestra

Gabriel Graniel Herrera

Misterioso pájaro estaca se camuflajea entre los troncos de los árboles

La y los candidatos a la alcaldía de Motul se enfrentan en debate

Aspirantes tuvieron la oportunidad de exponer sus principales propuestas de gobierno

Astrid Sánchez / Rodrigo Medina

La y los candidatos a la alcaldía de Motul se enfrentan en debate

Luis G. Urbina ante la vaquería

Noticias de otros tiempos

Felipe Escalante Tió

Luis G. Urbina ante la vaquería

Claudia Sheinbaum presenta proyecto para reducir la pobreza y desigualdad

Para ello, la aspirante propone un crecimiento del PIB aunado a los programas sociales

La Jornada

Claudia Sheinbaum presenta proyecto para reducir la pobreza y desigualdad