Teléfonos, tabletas y laptops en las escuelas

Óscar Muñoz
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Miércoles 14 de febrero, 2018

Durante la administración federal y estatal que concluyen este año se distribuyeron tabletas y laptops en las escuelas, principalmente para que los alumnos de educación básica utilizaran estos recursos electrónicos en sus clases bajo la orientación de sus maestros. Sin embargo, estos equipos fueron entregados sin considerar que era necesario contar con programas específicos para su adecuado aprovechamiento.

Esta situación no ha sido exclusiva de Yucatán o de México. En otros países ocurrieron hechos semejantes: entregaron o facilitaron la adquisición de tales aparatos a los estudiantes. En la actualidad, muchos alumnos, principalmente de educación básica, cuentan con algún dispositivo electrónico de este tipo. Y ahora, al parecer, los sistemas educativos de otros países investigan las consecuencias de usar este tipo de recursos en las escuelas.

En Francia, el gobierno pretende prohibir el uso de estos dispositivos electrónicos en las escuelas a partir del ciclo 2018-2019. El ministro de educación del país galo ha argumentado que esta prohibición, por lo menos en el horario escolar, es asunto de salud pública. Sin embargo, en opinión de algunos padres, consideran que el hecho de que sus hijos cuenten con un teléfono inteligente les proporciona cierta tranquilidad, sobre todo cuando los pequeños comienzan a moverse solos de la casa a la escuela.

En las escuelas de varios países, particularmente en las poblaciones urbanas, es común observar que los estudiantes ya no juegan en el patio escolar a la hora del recreo. Por lo general se quedan por ahí usando una diversidad de aplicaciones de sus teléfonos o tabletas, principalmente las que incluyen juegos. Más allá del abandono de los juegos físicos, como los relacionados con los deportes o los que implican persecuciones, destaca la pérdida de atención o concentración durante la clase.

La crisis educativa que se padece desde hace mucho tiempo, no sólo México sino en varios países más, se ha intensificado por las consecuencias de utilizar inadecuadamente los dispositivos electrónicos por parte de los niños, sobre todo en los horarios escolares. La crisis escolar, en opinión de algunos estudiosos, es una crisis de atención. De ahí la necesidad de controlar el manejo de tabletas, teléfonos y laptops, más que de prohibir su uso y aprovechamiento. En Canadá, por ejemplo, se ha determinado que será muy conveniente que los niños desde su nacimiento hasta los dos años no tengan oportunidad de tener frente a sí una pantalla, y de los dos a los cinco años podrán usar algún dispositivo no más de una hora al día.

En lugar de las pantallas, como señalan algunos especialistas, habría que proporcionar otro tipo de estímulos, más físicos y menos virtuales, para educar su capacidad de concentración. Podrían ser objetos, animales de zoológico o mascotas, imágenes o texturas, es decir, todo aquello que permita estimular los sentidos.

No hay que olvidar que el aprendizaje está fincado en la interacción entre las personas, por ejemplo, entre padres e hijos o entre el maestro y sus alumnos. En cambio, los dispositivos como los teléfonos, las tabletas o las laptos permiten solamente interactividad pero no la interacción. Mientras que la interactividad es estrictamente individual (la pantalla no cuenta como otro), la interacción es social. He aquí la gran diferencia: lo individual y lo social.

Por lo anterior, los titulares de la gestión educativa en Yucatán y en el país tienen la responsabilidad de encomendar investigaciones acerca de las consecuencias de usar tabletas y laptops en las escuelas, con la finalidad de conocer de cerca las consecuencias y valorarlas. Pero también para diseñar estrategias que aminoren los efectos nocivos al utilizar tales dispositivos y recuperar la interacción educativa, la cual se traduce en las relaciones maestro-alumno y enseñanza-aprendizaje. No deben echar en saco roto la posibilidad de rescatar el proceso educativo de la crisis que padece.

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