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Jesús Hernández Martínez
Foto: new.unhabitat.org
La Jornada Maya

Viernes 29 de noviembre, 2019

Del Tren Maya se ha hablado mucho, se ha escrito mucho, se ha discutido mucho y mientras un número considerable de personas involucradas de manera directa e indirecta lo avalan y hasta lo aplauden, otra cantidad también considerable lo condena, descalifica y rechaza. La prueba de fuego la enfrentará ese intento federal en la próxima consulta y sobre la que, el propio presidente, Andrés Manuel López Obrador afirmó que: ”si la mayoría lo aprueba lo construimos, si no, lo dejamos”.

Anticipó que no desea otra lluvia de amparos como los que surgieron con los aeropuertos de la Ciudad de México.

En verdad suena arriesgada y temeraria la postura del jefe del Ejecutivo federal pues, aunque en una votación a mano alzada en su más reciente visita a Felipe Carrillo Puerto, la mayoría de los asistentes levantó la mano, es decir, votó porque se construya el Tren Maya, debe tomarse en cuenta que, quienes asistieron a ese evento fueron acarreados, la mayoría votó en favor de la construcción del Tren Maya, pero quienes asistieron al evento fueron acarreados. En esa ocasión en Chetumal se ofreció el transporte gratuito a quienes aceptaron asistir a “la reunión con indígenas” que encabezó AMLO. Lo mismo se habría hecho en otros poblados cercanos pues no es común que a esos actos asista la gente de manera espontánea y por su cuenta.

En la península de Yucatán en particular, pero en todo el país e incluso en el extranjero, del tema “Tren Maya” se ha abundado exageradamente desde que se anunció. Las autoridades y quienes lo defienden meten las manos al fuego por su viabilidad, funcionalidad y éxito, y quienes lo rechazan afirman que resultará muy costoso, afectará en mucho las zonas arqueológicas y el medio ambiente, tanto la flora como la fauna, y al final resultará un fracaso.

Sobre el Tren Maya, uno de los proyectos más ambiciosos de la actual administración federal y del que algunos especialistas han dicho que será la obra más grande del siglo, se ha dicho de todo, o casi de todo. Tocará los estados de Quintana Roo, Yucatán, Campeche, Tabasco y Chiapas. Se extenderá por mil 500 kilómetros y su costo será de unos 150 mil millones de pesos que aportarán la iniciativa privada, tal vez con participación extranjera, y el gobierno mexicano. Es falso, según los especialistas, que no afecte el medio ambiente como insiste el Presidente, pues por donde pasará abunda la flora y la fauna propias de la región. Su construcción se enfrentará a otras dificultades; como ejemplo, por citar una, habrá de reforzarse el subsuelo en un amplio tramo de la Riviera Maya donde corren ríos subterráneos y abundan las cavernas en el subsuelo además de cenotes que también se localizan en Yucatán y Campeche.

Ya se han reunido para analizar todos los problemas a que se enfrentará su construcción, investigadores de todas las especialidades que se requieren para la realización de la obra que López Obrador confía entregar antes de concluir su gestión como Presidente de México. Ya se ha modificado su ruta inicial y el costo estimado no es el último pues pudieran aumentar los precios de los materiales y el costo de la mano de obra.

Algunos de los grupos más renuentes y que están en contra de su construcción son algunos campesinos organizados quienes, de paso, piden que se les indemnice por los terrenos en que pasarán las vías. Sobre los poblados, algunos en Campeche, que se cambiarían de lugar para que se construyan las vías del Tren Maya, sus habitantes ya anticiparon que no aceptarán cambiar sus casas hacia otro sitio.

Los encargados del proyecto ya iniciaron varias actividades formales para pasar después a la construcción física. El 15 de diciembre se realizará la consulta que servirá para determinar si se construirá o no ese atractivo medio de comunicación, para transportar pasajeros y carga. En teoría, según los anuncios oficiales, participaran en esa consulta los habitantes de las poblaciones que tocará; el 40 por ciento de los pobladores de esas comunidades son indígenas; las autoridades ya iniciaron pláticas de información para motivarlos a que voten pero no se puede anticipar la participación.

Pero la gran prueba será el 15 de diciembre cuando, en Quintana Roo se instalarán mesas para la votación en cuatro municipios: Reforma en Bacalar; Xul-Ha en Othón P. Blanco; X-Hazil Sur en Felipe Carrillo Puerto, y Cobá en Tulum. En total se instalarán 15 mesas de consulta en los cinco estados por donde, de acuerdo con los planes, pasará el Tren Maya.

Sin duda, para quienes deban hacerlo, valdrá la pena salir a votar en favor o en contra de la construcción del Tren Maya. Todos, en determinado momento de nuestra vida debemos responsabilizarnos de nuestras obligaciones. La indiferencia ante los llamados importante no lleva a nada.


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