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Eduardo Lliteras
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La Jornada Maya

Jueves 7 de noviembre, 2019

En el mes de agosto, el Premio Nobel en Economía, Joseph E. Stiglitz, se preguntaba en el diario británico [i]The Guardian[/i] si era creíble la declaración de la Mesa Redonda Empresarial de Estados Unidos ([i]Business Roundtable[/i]) en la que se prometía un giro radical al pensamiento de las grandes transnacionales, sus CEO´S y accionistas, a su forma de hacer negocios, y ganar dinero, privilegiando únicamente sus ganancias. Por encima de cualquier otra consideración. El posicionamiento fue retomado por diarios italianos, como el Corriere della Sera, en dicho mes en que llegué a Italia.

En México, los empresarios, en muchos casos muy ocupados en su confrontación diaria con el presidente Andrés Manuel López Obrador y en quejarse por las nuevas condiciones impuestas por el nuevo Ejecutivo Mexicano, no hicieron caso al documento de los jefes (CEO´S) de 181 de las compañías más grandes de los Estados Unidos, las que en un giro sorprendente cambiaron la definición oficial del "propósito de una corporación". Para que nos entendamos, hablamos de un documento firmado por personajes del peso de Jeff Bezos, fundador y jefe ejecutivo de Amazon (y la persona más rica del mundo), del jefe de Apple, Tim Cook, y Jamie Dimon, presidente y CEO de Wall Street bank JPMorgan. Entre los firmatarios se encontraban también, por citar algunos, Dennis A. Muilenburg presidente y CEO de Boeing Company, Michael K. Wirth, presidente y jefe ejecutivo de Chevron Corporation, Michael L. Corbat, presidente ejecutivo de Citigroup Inc., Darren W. Woods jefe y CEO de Exxon Mobil Corporation, Philip Blake, presidente de Bayer USA o David M. Solomon, presidente y jefe ejecutivo The Goldman Sachs Group Inc. Entre otros muchos tiburones cuyas empresas son bien conocidas por escándalos financieros, catástrofes ambientales y su desdén por pueblos indígenas y defensores de los derechos ambientales y laborales. Por no hablar de sus jugosas ganancias a través del estado de guerra permanente de los Estados Unidos.

Es decir, los grandes triunfadores de la globalización salvaje modificaron su lema. Pasaron de ganar la mayor cantidad de dinero posible para los accionistas sin importar las consecuencias, a "mejorar nuestra sociedad", a procurar bienestar para sus empleados, cuidar el medio ambiente y a tener una aproximación ética. No cabe duda, de que el cambio de las grandes transnacionales sigue a la creciente ira pública y política ante la enorme brecha entre ricos y pobres en los Estados Unidos y en todo el mundo, como se ha visto, por ejemplo, en Chile, Ecuador, Francia, recientemente, por citar algunos.

El cambio radical del mantra de la poderosa América Corporativa y transnacional se produce después de décadas de seguir la filosofía del economista también ganador del Premio Nobel, Milton Friedman, que afirmaba que "la responsabilidad social de las empresas es aumentar sus ganancias". Y nada más.

Como señalaba Stiglitz, “durante cuatro décadas, la doctrina prevaleciente en los Estados Unidos ha sido que las corporaciones deben maximizar el valor para los accionistas, es decir, las ganancias y los precios de las acciones, aquí y ahora, pase lo que pase, independientemente de las consecuencias para los trabajadores, clientes, proveedores y comunidades. Por lo tanto, la declaración que respalda el capitalismo de las partes interesadas, firmada a principios del mes de agosto por prácticamente todos los miembros de la Mesa Redonda Empresarial de Estados Unidos, ha causado un gran revuelo”. Como recordaba el Premio Nobel, “después de todo, estos son los CEO de las corporaciones más poderosas de los Estados Unidos, los que les dicen a los estadounidenses y al mundo que los negocios son algo más que el resultado final”. Es decir, que una montaña de dinero, lujos y vida ostentosa en los guetos de los mil millonarios del planeta, en riesgo de ser barridos por la catástrofe ambiental y social.

En nuevo moto de las grandes transnacionales, por ejemplo, dice, “respetamos a las personas en nuestras comunidades y protegemos el medio ambiente adoptando prácticas sostenibles en todos nuestros negocios”. También asegura que se comprometen a “invertir en nuestros empleados. Esto comienza con compensarlos de manera justa y proporcionar beneficios importantes”. (leer el posicionamiento en inglés en [a=https://]https://opportunity.businessroundtable.org/ourcommitment/[/a]).

El relevante tema en México lo trajo a la mesa el presidente Andrés Manuel López Obrador quien dijo que el sector empresarial ya prepara un “código de ética” para evitar actos de corrupción como los ocurridos con la brasileña Odebrecht, las españolas Repsol y OHL, entre muchas otras, como sucede en Yucatán con las compras de tierras y los conflictos con ejidatarios.

El presidente AMLO dijo que es necesario que el país adopte un nuevo paradigma para que se asuma el compromiso de las “ganancias razonables” y disminuir el problema de la desigualdad económica.

A ver si los nuevos códigos de los empresarios de acá y allende la frontera se traducen, efectivamente, en un nuevo modelo desarrollo, como ha pedido reiteradamente el Papa Francisco, quien ha denunciado con fuerza la crisis eco-social del mundo provocada por un modelo que destruye lo mismo los ecosistemas que las sociedades y las familias. Y que no es sostenible, ni sustentable, y nos lleva al precipicio eco-social.

[i]Mérida, Yucatán[/i]
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