Margarita Robleda Moguel
Foto: Notimex
La Jornada Maya
Lunes 19 de agosto, 2019
El mundo está en ebullición como lo estuvo hace 50 años. En el 68, 69, 70… la historia dio un brinco y se reacomodó.
Entonces los miembros del Kukuxklán peroraban por doquier la supremacía blanca y el rechazo a toda la gama de colores. Los cines y los baños tenían entrada para blancos y para gente de color; los autobuses tenían zonas separadas en los que estaba la consigna de que, si un anglo no tenía un asiento y un afroamericano sí, éste debía cederle su lugar.
Hoy surge de nuevo todo eso que pensábamos superado. El racismo, azuzado por voces de odio, se inflama y explota en una violencia sin control y sin razones. ¿Por qué las nuevas generaciones se sienten atraídas? ¿Será que tanto dolor atorado tiene que salir de alguna manera? Infancias solitarias frente al televisor, diálogos sin sentido humano, pago de culpas con cosas, cosas y más cosas; ausencia de empatía al otro hace que llegue un momento en el que el dolor explota y como rupestre brinca, grita, destruye y mata.
[b]Libre tránsito por la vida[/b]
En México, una marcha de mujeres exigiendo con todo derecho el libre tránsito por la vida, sin temor a ser violada, muerta, abusada… terminó en imágenes de pandillas enmascaradas cometiendo vandalismo. ¿Quién está detrás? ¿Realmente este grupo de mujeres considera que esa es la manera de pedir justicia? O, ¿grupos antagónicos quisieron abortar el evento para provocar el rechazo del público al movimiento?.
Unos y otras, cada uno reclamando sus derechos con violencia, atropellando sin sentido ni causa al que se cruce; desbordándose… y los otros, los que manipulan todo, me dicen que urge conectar la de pensar. ¿Dónde están las palabras? La sociedad perdió la capacidad de diálogo. ¿Alguna vez lo tuvimos? Y si no lo hicimos, urge trabajar en ello, propiciarlo. ¿Vamos a seguir permitiendo que la mercadotecnia les ponga nombre a nuestros sentimientos? Ahora será más difícil. Gracias a la inmediatez que nos brinda la tecnología, somos más impacientes e intolerantes. Las caritas del WhatsApp día a día se van comiendo a las palabras. Y si con ellas tenemos dudas sobre si entendieron el mensaje o no, con los dibujos, la duda será parte de la pobreza de nuestra comprensión del mundo y del sentir de las personas que nos rodean. Los lectores aprendimos a leer a los personajes, adentrarnos en sus sentimientos. ¿Y ahora? Nuestra incapacidad de comprender lo que sucede nos lanza a manifestarnos a golpes y en ráfagas de metralla.
[b]Por la paz[/b]
Qué bueno que próximamente tendremos en Mérida el Encuentro Mundial de los Premios Nobel de la Paz.
Urge conectar la de pensar para entender que sólo si vivimos con justicia, respeto y tolerancia lograremos como fruto la Paz.
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133 cardenales votarán al siguiente líder católico
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