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Óscar Muñoz
Foto: Woodstock Archive
La Jornada Maya

Martes 13 de agosto, 2019

Mucha gente ha contado y escuchado cientos de mitos alrededor del festival de Woodstock. Lo cierto es que el propio encuentro nació como leyenda, más que urbana, universal. Michael Lang, Artie Kornfeld y Joel Rosenman, sus organizadores, nunca imaginaron que su proyecto trascendería todos los espacios y los tiempos. Su idea original era recaudar suficiente dinero para establecer un estudio de grabación en Woodstock, Nueva York y producir a músicos como Van Morrison o Bob Dylan. Sin embargo, de los poco más de 3 millones de dólares que gastaron los organizadores, sólo recuperaron cerca de dos millones. No fue sino hasta diez años después que lograron recuperar lo que les faltaba para pagar su deuda.

Para los realizadores, no fue posible encontrar en la ciudad de Woodstock un lugar adecuado para llevar a cabo el festival. Pensaron después que Wallkill sería un buen sitio, pues este se localiza a sólo 65 kilómetros del primero, pero la población del lugar se opuso, bloqueando esa posibilidad. Así continuaron con la búsqueda del espacio para el proyecto, hasta que el granjero Max Yasgur ofreció en renta su campo de alfalfa en Bethel, en el mismo estado de Nueva York, por la cantidad de 75 mil dólares.

Los yippies, miembros del Partido Internacional de la Juventud o Youth International Party (de ahí YIPpies) bajo el liderazgo de Abbie Hoffman, quienes se hacían identificar como una agrupación antiautoritaria y en pro de la libertad de expresión, cobraron 10 mil dólares para evitar la provocación de desmanes durante el festival. A pesar de que sería un festival antibélico (en contra de la guerra de Vietnam), el campo de alfalfa fue convertido en un campo de batalla, en parte por la cantidad inesperada de asistentes y por el consumo de estupefacientes. El 90 por ciento de las personas se drogaron y 33 de ellas fueron arrestadas por consumo de sustancias ilícitas. El gobernador de Nueva York, Nelson Rockefeller, declaró “en desastre” la granja de Bethel, en tanto que la revista [i]Time[/i] definió el festival como “el mayor acontecimiento pacífico de la historia”.

El encuentro comenzó con una hora de retraso, ya que los organizadores no encontraron a alguno de los primeros artistas en condiciones adecuadas para salir al escenario. Richie Havens abrió entonces el primer día del festival, aunque tuvo que alargar su presentación porque los siguientes músicos aún no estaban listos para actuar. Por cierto, su canción [i]Freedom[/i] fue convertida en un himno del festival.

Quien cerró las actuaciones en Woodstock fue Jimi Hendrix. Su número fue presenciado por una pequeña parte del público, ya que para entonces la mayoría de los asistentes se había retirado (eran las 9 horas del lunes); su interpretación de [i]The star spangled banner[/i] fue considerada como el gran momento de los años 60, a pesar de que Hendrix había decidido intervenir en último lugar.

Más allá de las leyendas urbanas del festival y de los datos derivados (tres días [15, 16 y 17, aunque terminó hasta las 9 horas del lunes 18], 33 músicos participantes y cerca de medio millón de asistentes), Woodstock representa un hecho icónico en el que se pregonó la paz y el amor como una forma de vida. Esta idea llegó tal punto que los hippies se convirtieron en el objetivo de los medios de comunicación, una evidencia de ello se encuentra en las portadas de revistas de aquellos años, como [i]Time[/i], en las que se difundía, desde mediados de los sesenta, la filosofía de una subcultura representada por el movimiento hippie.

También, Woodstock representó, la culminación del movimiento de la contracultura. Después del festival, esta ideología se desvaneció poco a poco, hasta no quedar nada de ella.

En concordancia con la bandera de la paz y el amor, Woodstock representó la voz colectiva de cientos de miles que, con su asistencia al festival, protestaba contra la guerra de Vietnam; sin embargo, el ejército estadunidense continuó “combatiendo” en el país asiático. Algunos afirman que ese ideario pacifista influyó poco más tarde en el retiro de las tropas de Hanoi, aunque para otros Woodstock no hizo cambiar en nada los planes militares. Sin embargo, la manifestación que representó el festival mantuvo la ilusión anti bélica durante un tiempo, por lo menos durante los tres días de duración, hasta que el sueño de la revolución de las flores terminó.

La llamada contracultura, que quedó más que manifiesta durante el encuentro, estaba fundamentada en la lucha por los derechos civiles, la liberación sexual y el pacifismo, todo lo cual fue difundido mundialmente a través de Woodstock, proyectado como símbolo de concordia ante la guerra de Vietnam.

Sin embargo, el festival no fue el único encuentro dedicado al pacifismo; hubo cientos de manifestaciones juveniles en todo el territorio de EU que hicieron patente su repudio a la guerra y su ilusión de paz y amor. La juventud hippie de entonces, junto con la explosión de las drogas, creó un nuevo paradigma cultural mediado por el arte, particularmente la música.

No cabe duda que hace 50 años el festival de Woodstock dejó una marca indeleble en la cultura universal, tanto por el sentido revolucionario de la actitud juvenil, como por sus propuestas en el arte y la música.

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