de

del

Martha Adriana Morales Ortiz, [i]Witzilin[/i], y César Daniel González Madruga, [i]El Siervo[/i]
Foto: Juan Manuel Valdivia
La Jornada Maya

Miércoles 17 de julio, 2019

Hablar sobre la menstruación ha sido un tema tabú a lo largo de la historia en distintas culturas y regiones del planeta, a pesar de ser uno de los procesos más naturales que existen; inclusive, entre las mujeres no se da una comunicación abierta y ésta ha sido monopolizada por la industria de las toallas femeninas o tampones.

Para algunas culturas era y sigue siendo símbolo de impureza, de encierro, aislamiento, y en muchos casos se llegaba a considerar a las mujeres que estaban en su periodo de menstruación como generadoras de potenciales riesgos, ya que podían causar perjuicio a los cultivos, cosechas de los viñedos y hasta en los procesos productivos del vino. En este sentido, la visión patriarcal sobre la menstruación era meramente incómoda para la misma naturaleza femenina, exponiéndolas a ser tratadas como impuras, enfermas o malignas.

Este proceso cultural se enraizó como un sistema de creencias tan poderoso que muchos de los malestares que las mujeres manifiestan durante el ciclo de menstruación son padecimientos que tienen un origen sicosomáticoico; es decir, la mujer aceptó como cierto que su menstruación es lo que la cultura en la que creció se lo dictó: menstruar es impuro y maligno.

Este tabú no sólo ha generado una negación de lo femenino que se manifiesta en malestares físicos mucho más intensos de lo que debieran ser, sino que también ha restringido, primero por obligación y ahora por inercia del sistema patriarcal, una serie de actividades a realizar por parte de las mujeres durante este periodo, como hacer ejercicio, cocinar o hacer el amor.

[b]Patrones culturales, inertes[/b]

Si bien el tema ha evolucionado, los patrones culturales no tanto. Aunado a ello, si consideramos que la mujer en promedio menstrúa durante 40 años, 13 veces al año, 5 veces al mes y en promedio requiere 4 toallas cada día, más las toallas nocturnas y los tampones, suman cerca de 13 mil toallas femeninas. Aunado a ello, una mujer en promedio se gasta al mes 250 pesos en ellas para que después de unos cuantas horas de uso se conviertan en basura generando así 2.6 toneladas de desecho altamente contaminante ya que una toalla higiénica es de los productos en el mercado que más tardan en degradarse; hasta 500 años, y generando una gran cantidad de lixiviados en los basureros.

Aunado a lo anterior los daños colaterales a la salud son usualmente callados por la industria, por ejemplo, las toallas contienen dioxina, una sustancia que implica durante su producción cloro para blanquear los tampones o toallas higiénicas, sustancia de descomposición lenta y que se almacena en el cuerpo, provocando infertilidad, dolores pélvicos o una menstruación dolorosa. Esta sustancia también es considerada cancerígena.

Las toallas femeninas también contienen policriato, rayón y asbesto, sustancias que pueden generar insuficiencia renal, diarreas, vómitos, entre otros. Esta misma industria tiene el cinismo de que además de ser sabedores que su producto tiene la capacidad de “crearte el mal”, ellos mismos te venden la cura: la pastilla milagrosa que elimina todos los cólicos y malestares de la menstruación.

[b]Saber ancestral[/b]

Sin embargo, los pueblos originarios legaron la sabiduría para que la mujer pudiera relacionarse con la menstruación de una manera mucho más sabia y amorosa alineando su proceso natural personal con el ciclo cósmico de la luna (28 días x 13 = 364 días = 1 año aproximadamente), por eso, de manera coloquial también a la menstruación se le ha llamado como la llegada de "la luna". Para algunas culturas ancestrales esta íntima relación entre la mujer, la luna y la fertilidad no ha sido disociada, ni mucho menos azarosa, sino que es exactamente la muestra de cómo el poder creativo se expresa en todas sus dimensiones. Anteriormente y todavía en el pensamiento de pueblos originarios y campesinos genuinos se rigen por las fases lunares para saber cuándo es propicio sembrar, cosechar y trasplantar.

Hay una corriente dentro del feminismo, el ecofeminismo, que no sólo ha desechado el uso de las toallas y tampones, sino que través de la copa menstrual hace uso de la sangre como lo hacían las culturas ancestrales, ya sea para retribuirla a la Madre Tierra, ofrendándola como abono orgánico una vez que se disuelve en un poco de agua, o incluso algunas mujeres la utilizan como “arte terapia”, como camino de autoconocimiento y pintan sus obras y expresan su verdadera feminidad sagrada y poder creativo, que no forzosamente está relacionado con la gestación de nuevos seres humanos, sino de ideas, proyectos, sueños y anhelos.

En ese sentido, la corriente del ecofeminismo plantea que el primer territorio a reconquistar es el propio cuerpo, además de hacer evidente el vínculo intrínseco entre Mujer y Naturaleza.

Sirva mencionar a Wey Cup, un proyecto entregado al compromiso ecológico con el planeta y con la consciencia del propio cuerpo como primer territorio se centra en volverse apropiar de manera consciente del útero y vagina, conduciendo ese líquido vital de manera proactiva. Wey Cup es un caso de éxito de una copa menstrual que dura al menos 10 años y que se produce en torno a un proyecto social de mujeres en México que se promueve de forma autogestiva en círculos de mujeres, talleres de herbolaria y donación para comunidades indígenas.

La menstruación consciente es una forma de reducir la huella ecológica respetando los ciclos naturales de las mujeres y de la Tierra, es una manera de reconexión con lo sagrado femenino y de vivir "las lunas" desde su poder creador.

[b][email protected][/b]
[b][email protected][/b]


Lo más reciente

Ucrania usa misiles de largo alcance que Estados Unidos le dio en secreto

Kiev se ha visto obligada a racionar sus armas y enfrenta cada vez más ataques rusos

Ap

Ucrania usa misiles de largo alcance que Estados Unidos le dio en secreto

Tribunal de Nueva York anula la condena contra Harvey Weinstein

Hubo errores en el proceso judicial por casos de abusos sexuales en 2020

Efe

Tribunal de Nueva York anula la condena contra Harvey Weinstein

Amnistía y amparo: hacia la justicia

Editorial

La Jornada

Amnistía y amparo: hacia la justicia

Acelerón judicial de AMLO

Astillero

Julio Hernández López

Acelerón judicial de AMLO