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Fátima Flores Palacios
Foto: Juan Manuel Contreras
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Viernes 8 de marzo, 2019

Actualmente las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC), particularmente aquéllas que trabajan con y para las mujeres, se han dado a la tarea de sostener muchas de las funciones y servicios que el Estado tendría que resolver, con escaso presupuesto y con programas que son evaluados sistemáticamente, algunas veces incluso, dependiendo de criterios ajenos a la realidad que se evalúa.

Por eso es importante considerar sus alcances y resultados de manera justa, contemplando sus estrategias de acción y participación, en donde la calidad de las propuestas y el alcance de sus objetivos, particularmente con los grupos más vulnerados, sea una prioridad. No se trata de alimentar la indefensión, se trata de llegar a acuerdos entre las OSC, el Estado y las Universidades, con la única finalidad de construir una vida más digna, en donde impere el reconocimiento de la ciudadanía y el derecho al acceso a todos y cada uno de los servicios que son necesarios para alcanzar el bienestar social.

[b]¿Transformación o inercia del discurso vacío?[/b]

Habría dos posibilidades, apostar por la verdadera transformación en donde se incluyen los derechos de todos y todas las entidades y grupos en exclusión, o bien, continuar en la inercia del discurso vacío que promueve falsas ilusiones.

No podemos dejar de lado el análisis histórico de que la violencia, el abuso de poder, el no reconocimiento de derechos y el confinamiento, fueron claves en el proceso para constituir una ideología que respondía a los intereses androcéntricos de las instituciones y, que marcaban una línea de prácticas y comportamientos sociales que además eran avalados por creencias religiosas que fueron aliadas políticamente en la conformación del Estado Moderno.

No es posible continuar con estos parámetros de injusticia que el neoliberalismo ha sostenido, tenemos que reivindicar los derechos de toda la ciudadanía para lograr un mundo mejor, disfrutando de un reconocimiento justo y equitativo. El feminismo como minoría activa exige desde su origen el reconocimiento de las mujeres en todos los espacios, integrando cabalmente a través del eslogan “lo personal es político” una reivindicación histórica que constituye la mirada articuladora de las acciones públicas, ya sean de subsistencia o de derecho con las prácticas cotidianas más personales y emocionales que también vivimos en nuestra cotidianeidad; el feminismo además ha participado y generado orientaciones en la construcción de políticas públicas con perspectiva de género.

La sexualidad no es un asunto personal o una dimensión que se analiza en el cuarto obscuro, es una dimensión social en la que figuran las mujeres, particularmente desde su función biológica trastocando indicadores de natalidad y mortandad que se registran en sus propias condiciones culturales. Hemos denunciado que la sexualidad no es un asunto de Estado, como se intenta enseñar desde la pedagogía sexual a los niños y niñas, la naturalización de la diferencia de géneros no es real, es construida y, el aparato reproductor de las mujeres no se reduce a un asunto de demografía.

[b]Inequidad de ingreso [/b]

Habrá que decir que en México aún tenemos más de 53 millones de personas en pobreza, de éstas, las mujeres ganan una quinta parte menos que los hombres asalariados, a pesar de que el porcentaje de hogares al mando de una mujer aumentó a 28.5 por ciento en 2017 de acuerdo con la Encuesta Nacional de los Hogares 2017 (ENH).

El 20.0 por ciento de las mujeres casadas y el 41.6 por ciento de las separadas declararon que sufrieron actos de violencia económica, factor que influye por supuesto en el aumento de hogares al mando de una mujer. En el ámbito emocional la violencia es de 43.9 por ciento a lo largo de una relación. (Endireh, 2016); los feminicidios en territorio nacional en 2017 sumaron más de 760 oficialmente, sin considerar aquellos que no han sido registrados ni declarados (Sistema Nacional de Seguridad Pública, 2018.

El tráfico de drogas y la venta de estupefacientes es uno de los mercados más poderosos de la economía actual, en donde las mujeres también somos blanco de ataque y víctimas de la impunidad, convirtiendo nuestra existencia en un valor mercantil o simplemente desapareciendo como tantos otros.

Estos indicadores tienen consecuencias para la salud emocional de las personas, baste señalar que la depresión en nuestro país, junto con el consumo de alcohol, son los dos trastornos de mayor prevalencia. De cada tres mujeres, una padece depresión, y de cada cuatro hombres que consumen alcohol, una mujer lo hace, aunque esta última cifra en los últimos 5 años, ha ido en aumento. (Enepm, 2016).

Los trastornos como el déficit de atención y el consumo de medicamentos psiquiátricos cada día a más temprana edad, representan un indicador de malestar social, equiparándose los trastornos de ansiedad en ambos sexos.

Todo esto requiere y exige atención especializada, particularmente desde un acompañamiento profesional, solidario y sensible, tarea de muchas organizaciones de la sociedad civil que parten de este principio. La investigación con perspectiva de género también ha contribuido a la denuncia y explicación de estas realidades, lo que es lamentablemente es que los programas oficiales aún no asuman en su totalidad esta dramática situación, y mucho menos hayan generado las metodologías adecuadas que permitan confiar en ellas.

[b]Feminismo desde el discurso académico [/b]

El discurso de las mujeres y hombres desde el feminismo académico, se reconoce como fuentes de conocimiento, su oralidad es la pauta de la cultura, de su movimiento y simbolización. Las representaciones sociales que construyen son sistemas de significados que requieren ser analizados en contextos de referencia, la historia no se pierde más bien se recupera y resignifica. Invitamos al Estado y sus instituciones a que mire hacia nuestros resultados, seguro encontrará muchas respuestas a la complejidad a que se enfrenta.

Apostemos a la recuperación de un proyecto ilustrado en el que la arrogancia institucional y oficial pueda ser cuestionada, demostrando que la equidad sólo se logrará desde una concepción de ciudadanía y rechazo a la ignorancia.

Este 8 de marzo festejemos nuestros avances en la agenda política nacional, pero no dejemos de apuntar que aún falta mucho por hacer, comprometiendo al gobierno a responder a las necesidades que se tienen para avanzar en materia de equidad y derecho en nuestra sociedad.

*Profesora e investigadora del Cephcis UNAM.

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