Prefijos, taxis y cosas peores

La Jornada Maya
Foto: Enrique Osorno

Lunes 4 de febrero, 2019

En estos tiempos de mafias y taxistas, se nos olvida que Uber -antes de ser una compañía para romper lo peor de las camorras de transportistas- era un prefijo para indicar la excelencia, superioridad e invencibilidad de algo, o bien para indicar que algo era tan representativo de una cosa o comportamiento, que se convertía en su definición por antonomasia.

Si alguien era el über-intelectual, era el máximo intelectual; si alguien era el über-artista, era el creador de la época. La über-diva era Marilyn Monroe, el über-actor Marlon Brando, el über-jugador de fútbol Pelé (Maradona o Messi, para no pelear por eso) y, claro, el über-dictador Stalin o Mao. Peña Nieto, por ejemplo, sería el über-Lord y, en el otro extremo, Madero nuestro über-demócrata.

En Yucatán, tenemos la über-desvergüenza de las placas de taxis entregadas al vapor a políticos locales y sus familias en tiempos de cálculos electorales; placas que constituyen una über-demostración de abuso del poder público.

Sí, claro que sí, la cloaca que acaba de destapar el actual gobierno estatal es vieja y legendaria. En Yucatán, el hecho que antes de Mauricio Vila la Dirección de Transporte dependiera directamente de la Secretaría General de Gobierno, constituía über-evidencia del manejo del transporte como carta política y jamás como un tema para el desarrollo del estado o el beneficio de los usuarios. El transporte y los taxis eran tema de über-tubería política y pactos en lo oscurito.

No sabemos a dónde llevarán las investigaciones sobre las concesiones canceladas hace unos días, ni si éstas se extenderán a otras organizaciones o individuos; pero lo que queda claro (con la evidencia de nombres ya identificados en el escándalo), es que ahí se cometió un über-crimen político.

Tal vez nunca se encuentren elementos jurídicos para condenar o fincar responsabilidades penales o administrativas a alguien -quizá fue el über-crimen perfecto-; sin embargo, con lo que ya es de conocimiento público, basta para condenar en lo político a quienes dieron las concesiones y a quienes intentaron (fallidamente) enriquecerse con ellas.

La sanción ética, moral, cívica y democrática ya está firme y son culpables. Culpables. Huele mal, se ve mal e hicieron mal. Quizá todo fue legal, pero absolutamente über-inmoral.

Por otra parte, cuando quienes intentan defender lo indefendible diciendo que la cancelación de las concesiones y el hacer todo de conocimiento de los ciudadanos, fue una decisión “política” o “de partidos”, al utilizar esas palabras como adjetivos descalificadores, lo único que nos están diciendo es que en sus mentes y actuar cotidiano, todo lo “político” y de “partido” es turbio, retorcido y para tomar ventaja.

Esos políticos y esos partidos dan miedo nada más con escucharlos. Imaginemos un político o militante de partido que descalifica y considera negativa una acción por ser “política” o “de partido”.

Sí, sin duda la decisión de cancelar esa concesiones uber-sucias fue política, pero de la política que hace falta: transparente, democrática y de la sana alternancia que saca los [i]trapitos al Sol[/i] para prevenir abusos futuros.

La política, la buena política, es la que toma decisiones usando su legítima autoridad para limpiar la casa. Una decisión política, si hablamos de la política sobre la que han escrito los grandes filósofos desde Grecia, puede ser una decisión decente, necesaria y aleccionadora (aunque en México eso sea cada vez más raro).

Si Uber (ahora sí la compañía) vino a romper con las mafias y monopolios del mal servicio en taxis, tal vez sea tiempo que una über-política y un über-gobierno que vengan a sepultar a esos sindicatos del poder que, si bien han sido derrotados en las urnas, siguen teniendo muchos espacios en congresos, municipios y otros poderes fácticos.

Si Mauricio Vila avanza decididamente en esa ruta de alternancia que llama a rendir cuentas, dándole a la política nuevos significados de ética, transparencia e información pública, él podría ser nuestro über-gobernador del siglo XXI, un mandatario transformador por antonomasia. Ya veremos, dice el über-refrán.

*El papel arde a los 233 grados centígrados, tal como lo hace en la inmortal novela de Ray Bradbury, [i]Fahrenheit 451[/i].

[i]Mérida, Yucatán[/i]
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