Blanche Petrich
La Jornada Maya
Jueves 31 de enero, 2019
Los rieles del tren siguen cruzando ciudades y pueblos de Yucatán y los pitidos de las locomotoras siguen marcando los horarios de la vida cotidiana, como las campanadas de las iglesias. Nunca han dejado de estar ahí. En Mérida, en la mítica “Plancha” al Oriente del Centro, sigue en pie un antiguo andén, hoy en desuso, donde en otros tiempos se descargaba el henequén que llegaba desde Sotuta, Peto, Motul, Valladolid.
Los rieles están cubiertos de hierba y el espacio se ha convertido en un lugar donde de día se estacionan los autos. Pero en el andén quedaron atrapadas las sombras de los pasajeros que algún día viajaron. Ahí están las mestizas con sus sabukanes, el cura con su maleta, las señoras y sus bultos, niños, la borrachita, un catrín, el barrendero, gallinas, un [i]mulich peek[/i]. Como si siguieran esperando el tren que hace mucho dejó de pasar.
La humedad, el salitre y otros graffiteros han enriquecido las texturas de estos grafitis. Los esténciles de algún artista anónimo se han mezclado con otros elementos para crear un collage, arte callejero singular. Hay una firma, Yukastencil. ¿Será la firma del artista? Quien sabe. Pero ahí está su obra, su mural efímero, esperando que pase el tren…o que el tiempo se lo trague.
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