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del

Margarita Robleda Moguel
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Jueves 24 de enero, 2019

Hace unos días, fui invitada por la doctora Danila Aldana Arana, editorialista de [i]La Jornada Maya[/i] e investigadora del Cinvestav, (Centro de Investigación y de Estudios Avanzados) así como coordinadora nacional del programa Pasaporte al conocimiento científico, a la inauguración del mismo en su onceava edición. Acercar la ciencia a la vida diaria de la comunidad es la consigna. Y es así como dos sábados al mes, niños acompañados por papás, abuelos o hermanos mayores, curiosos todos, se conectan a través de la tecnología con otras nueve sedes en todo el país y juntos escuchan la charla sobre una investigación que realiza algún científico miembro del sistema. En esta ocasión le tocó a la doctora Adriana Dor, en Tapachula, compartir su curiosidad sobre los mosquitos.

Toda la vida viviendo con ellos para descubrir que son los grandes desconocidos. De entrada, la sorpresa fue que los machos liban de las flores, son las hembras las que nos chupan sangre, generalmente al anochecer y muy de mañana para poder engendrar. Viven un promedio de 50 días y en este tiempo producen alrededor de 400 huevecillos.

Al finalizar la exposición, dos o tres niños de cada sede expusieron preguntas. ¡Qué maravilla que nuestros niños lo hagan! Luego crecemos y tampoco preguntamos; no exigimos, menos reclamamos y nos llevan al baile con gran facilidad y terminamos explotando con quien nada tiene que ver.

Preguntar, es el inicio de todo. Aprender a hablar, a llamar a las cosas por su nombre, a entendernos. Ya basta de “no se lo digas porque se va a enojar”, “no se lo digas porque se va a sentir”, “no se lo digas porque…” y, al final, el silencio termina por construir muros altos y poderosos imposibles de derribar.

Sí, necesitamos alimentarnos de ideas nuevas y fresquecitas que nos saquen de la zona de confort. Así como el cuerpo requiere alimentos, la mente se fortalece con ideas que provoquen otras preguntas y sigan estimulando la curiosidad. No sólo hay que ejercitar el cuerpo, urgen lagartijas con las neuronas.

La mosquita con sus tan solo 50 días de vida produciendo 400 futuros mosquitos, le dio cuerda a mi “hámster” mental. Urge despertar y comprometerse; dejar de buscar sólo lo que nos “entretiene mientras llega la carroza” y trabajar en crear nuestros “huevecillos” participando en la causa que nos mueva y así poder descubrir, con gozo, que nuestro paso por la vida no fue en vano.

Gracias Cinvestav, me quedé picada con esa mosquita. ¡Volveré!

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