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Johanna Martin Mardones
Foto: Facebook @lacupulamerida
La Jornada Maya

Martes 22 de enero, 2019

En la obra visual de David Serrano, que se presenta en el Centro Cultural la Cúpula, se propone un recorrido por terrenos ficticios, un viaje por los sueños y las realidades paralelas. Su trabajo navega en la imagen en un complejo urdimbre que construye texto como elemento complementario para decirnos que la realidad no se impone ni está determinada, sino que es una construcción individual y única siempre en movimiento, tanto como seamos capaces de (des)armarla y (re)armarla desde nuestra propia inmaterialidad.

Los dibujos en acrílico de Serrano reunidos bajo el nombre de Predicciones y Sortilegios, hablan de una investigación de la imagen que se construye a partir del propio imaginario del artista que conjuga extrañas relaciones astrales bajo un montaje heterogéneo, a modo de ilustraciones, que recrean historias que conectan la materia con los símbolos, donde la imagen adquiere un valor simbólico de alta significación semántica.

Las cualidades técnicas del imaginario creado por el artista arma un paisaje de ficción que mezcla las relaciones posibles entre la predicción-oráculo y el sortilegio-embrujo, lugar-espacio donde la imagen es atrapada por una realidad atemporal potenciada con la monocromía del soporte.

La potencia de la imagen creada por Serrano abre un espacio saludable (Guiles Deleuzze) y evocativo que protege la memoria, como lugar sagrado, jugando a asociar espacios fraccionados de esa misma memoria que trabaja en la construcción de la unidad, no necesariamente vinculados a la razón lógica y ordenadora, por ello su trabajo arma variadas combinaciones en disposiciones que se tensan hasta lugares insospechados, alienaciones fusionadas con lo emotivo. Un ejemplo claro son los paisajes surrealistas con seres mitad humanos mitad máquina, mitad humano mitad animal, mitad humano mitad vegetal. Todo es posible en el encaballado mundo creado por Serrano al movilizar imágenes disímiles como quién realiza un hechizo para que aparezca algo nuevo, inexistente y mágico para el mundo real.

Las imágenes que nos presenta el artista se convierten en relatos visuales, historias sorprendentes e ilusorias, no por ello menos ciertas en nuestro imaginario, sometidas a procesos de decodificación individual, armado desde un lugar otro, un lugar capaz de albergar, organizar y combinar relaciones insospechadas que, además, se constituye en el lugar de encuentro con el otro, porque todos somos invitados a visitar y (re)visitar esos espacios periféricos desde la propia experiencia simbólica, que también es periférica, dada su condición de otredad, convirtiéndose en puente entre el hombre y su propio ser, mezclando vivencias más allá de lo meramente corporal por su condición de actuar en y desde el borde.

Regis Debray dice “la emoción comienza donde termina el discurso”, creo que el trabajo de Serrano crea una imagen cuya emoción, en relación directa con lo simbólico, es capaz de construir un relato como subtexto arrastrado por la potencia, de esa misma imagen, creando intertextualidades múltiples, y es ese el gran valor del montaje icónico de este artista, que no es otra cosa que la creación de umbrales entre entidades de sentido, permitiendo con ello la renovación y revitalización de espacios y formas no convencionales, es decir, que apelan a zonas laberínticas del ser humano. La capacidad de la imagen, como dice Debray tiene “una fuerza de transmisión sin igual” alcanzando zonas imbricadas a las que no sería posible llegar sólo con la palabra-discurso porque ella se mantiene suspendida y supeditada, como valor menor, tras la fuerza de la imagen que nos presenta Serrano. Tanta fuerza reúne el trabajo visual del artista en la fricción de las imágenes que el color, ausente en esta propuesta en la grafía, pues sólo aparece como fondo, no altera su valor, sino todo lo contrario, lo potencia en cuanto valor individual atribuido.

La fricción de los elementos opuestos y diferentes que aquí se (re)crean transforma la realidad apelando a nuevas conexiones y posibilidades de comunicación (re)elaborando nuevas formas de comprensión de una realidad dada, que se narra desde y a través de la imagen a la cual se le otorga todo el sentido. Esa (re)elaboración posibilita un espacio de reflexión y diálogo inusitado al transitar por un paisaje humano no recorrido esperando ser habitado. Bajo esa mirada, la imagen adquiere gran poder en el intrincado devenir de la visualidad que se visibiliza en los pequeños y medianos formatos que David Serrano nos presenta en esta representación donde la imagen es la protagonista.

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