de

del

René Ramírez Benitez
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Lunes 21 de enero, 2019

[b]¿Quiere que le asista un confesor?[/b], le preguntó un militar que al mismo tiempo le señalaba un capellán.
No soy católico.

[b]¿Necesita algún notario?[/b], interrogó de nuevo el militar.
No tengo nada que dejar.

De acuerdo con Francisco J. Paoli y Enrique Montalvo, fueron las últimas palabras que pronunció Felipe Carrillo Puerto antes de ser ejecutado el 3 de enero de 1924 por los delahuertistas y miembros de la llamada “Casta Divina”. Ello, como epítome del conflicto político por tomar control del estado entre grupos con capital económico de corte conservador y otros con un tinte liberal, con ánimos de un cambio sustancial en materia de derechos humanos.

De esa manera, podemos afirmar que se le dio una muerte sorpresiva y abrupta a la izquierda en Yucatán, que se encontraba en etapa de gestación; corriente político-ideológica que gracias al Partido Socialista del Sureste, que Carrillo Puerto y Salvador Alvarado fundaron y promovieron, fungió como proyecto social alternativo que explotaba a indígenas y pobres, además de relegar a la mujer de la vida pública.

El Congreso de Motul y el Segundo Congreso Socialista de Yucatán de Izamal, tuvieron una perspectiva socialista, feminista, marxista y obrera, generaron la discusión y análisis de la realidad en nuestra entidad desde dichos enfoques que fueron completamente nuevos y eran parte de una tendencia internacional. Toda esta serie de eventos consolidaron un proyecto y capital político que promovía modificaciones sociales en temas indígenas, obreros, agrarios y económicos como nunca se había visto en el país.

Sin embargo, mucho se ha hablado sobre Felipe Carrillo Puerto y su ímpetu reformista, progresista, y su colaboración con el general Salvador Alvarado, pero el centro de este texto no es dicha corriente, sino el seno donde nació y creció. No debemos olvidar que al momento de fusilar a Carrillo Puerto, estaban a su lado otras personas a las que llamaba “hermanos”.

Felipe Carrillo Puerto fue un hermano masón, y uno que vivió, defendió y ejerció los principios masónicos más importantes: libertad, igualdad y fraternidad. Sus ideas, herencia y legado de las logias masónicas en México y Yucatán, en especial donde realizó sus trabajos litúrgicos (la logia Nachi Cocom Número 6, con sede en Motul).

Este personaje histórico es ejemplo perfecto de la influencia de la masonería en la vida pública y política en Yucatán, una influencia que consistió en un innovador enfoque jurídico para la época, que eran los derechos humanos en las acciones de la administración pública y de gobierno.

Las logias masónicas fungieron como espacios libres y con cierto predominio en allegados a Felipe Carrillo Puerto, donde se encumbró, cobijó y se difundió ese espíritu racionalista que permeó los espacios políticopartidistas de principios del siglo XX en el sureste.


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